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La reciente final de la NCAA entre los Huskies de Connecticut y los Boilermakers de Purdue no solo fue un enfrentamiento entre dos equipos, sino también una exhibición de talento individual, especialmente en la pintura. Zach Edey, nombrado jugador de la temporada en el ámbito universitario, y Donovan Clingan, un pívot de gran habilidad, protagonizaron un duelo que captó la atención de todos, tanto aficionados como ojeadores de la NBA.

Sin embargo, a pesar de su destacada actuación en el baloncesto universitario, la transición a la NBA plantea interrogantes para estos dos jugadores debido a sus características físicas únicas. En las predicciones para el próximo draft, Clingan ha ido ganando terreno y se encuentra en una posición más alta que Edey. ESPN coloca a Donovan en el tercer puesto y a Zach en el decimotercero, pero estas clasificaciones aún pueden cambiar según las evaluaciones y entrevistas con los equipos de la NBA.

Los jugadores extremadamente altos, como Edey (2,18 m) y Clingan (2,24 m), suscitan preocupación en la NBA debido a la historia de jugadores de su estatura que han tenido dificultades para adaptarse al juego profesional. A pesar de su dominio en la pintura durante su etapa universitaria, existe la incertidumbre sobre cómo rendirán frente a jugadores más ágiles y rápidos en la NBA.

El caso de Edey y Clingan refleja la complejidad de la transición de la NCAA a la NBA. Aunque son estandartes en la pintura, la historia muestra que esto no garantiza el éxito en el nivel profesional. Jugadores como Shawn Bradley, Gheorghe Muresan y Tacko Fall, todos ellos altos y talentosos, han tenido dificultades para destacar en la NBA debido a su falta de agilidad y movilidad.

Para jugadores como Edey y Clingan, la NBA representa un desafío único. Su capacidad para adaptarse al ritmo y estilo de juego de la liga determinará su éxito en el siguiente nivel.

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