La NBA es un negocio, no hace falta decirlo. Más allá de lo estrictamente deportivo y de lo bello del balón naranja hacer parábolas en el aire con destino de red, las franquicias invierten muchísimo dinero en busca de resultados que compensen lo gastado. Y algunas son más compulsivas que otras.

Brooklyn Nets pasó de ser uno de los peores equipos de la liga, a armar un super equipo confiando en un proyecto que atrajo a los mejores jugadores del momento. El primero fue Kevin Durant, que se sumó a Kyrie Irving para armar un dupla que no tenía nada que envidiar a los mejores. Pero no iba a ser todo.

A ellos se le sumó James Harden, que dejó Houston ante la imposibilidad de ser acompañado por un buen equipo que lo rodeara y se juntó con Durant e Irving. Y habría más. En la última campaña se sumó LaMarcus Aldridge (que tuvo que retirarse por cuestiones de salud), Blake Griffin, DeAndre Jordan y, recientemente Patty Mills.

El equipo que también cuenta con James Johnson, Joe Harris y Cam Thomas, fue eliminado en semis de conferencia este en una infartante serie ante los eventuales campeones Milwaukee Bucks. La serie, en la que Brooklyn tuvo que batallar con las lesiones, ya que nunca pudo tener al equipo completo, se definió en un séptimo juego en el Durant tuvo la posibilidad de ganar, pero su tiro de tres fue revisado y corregido como de dos.

Ahora, tienen la obligación de llegar a la final e, incluso, ganarla. Porque tamaña inversión en un equipo que viene de caer tempranamente en playoff, no aceptará menos que un título para hacer valer el gasto en salarios que está teniendo la franquicia sucesora de la ubicada en Nueva Jersey.

Además, no solo en el campo de juego tendrán talento. Al mando de todas las figuras estará el dos veces MVP de la liga, Steve Nash, que ya dirigió al equipo durante la pasada temporada. Esta vez, contará con dos talentos como asistentes, ya que el brasilero Thiago Splitter (campeón con San Antonio en 2014) y Amar’e Stoudemire serán parte del staff técnico.