Siempre tan malo como quiere ser, tan malo y extravagante como quiere ser, así ha sido Dennis Rodman a lo largo de su vida; como un chico que creció, se hizo grande pero su mente se quedó congelada en el tiempo, allá por los diez o doce años quizás.

Sin dudas un chico malo, inquieto y escandaloso pero a la vez y siempre sale a relucir, autentico, único.

De antaño

Rodman fue así desde sus comienzos en el basquet, fue de esa manera, extrovertida, dentro y fuera de la duela, con más énfasis después que pisó por primera vez los tabloncillos de la NBA.

El mismo Rodmam cuenta en su libro, Tan malo como quiero ser, como el mítico Gregg Popovich intentó domarlo durante sus años en San Antonio y le fue imposible.

El polémico jugador, así como varios especialistas y amantes del baloncesto en general, aseguran que la decisión de Popovich de salir de Rodman y enviarlo a los Bulls, cambió la vida de este para siempre.

La fama

Si hoy conocemos de Rodman es por su etapa en el elenco de la ciudad de los vientos, como parte de aquella especie de secta secreta con Michael Jordan y Scottie Pippen.

Dennis fue parte importante en la segunda trilogía de éxitos de los Bulls a finales de los 90 y siempre descolló por ser uno de los defensores más duros de su tiempo y de todas las épocas en general.

Más allá de la cancha

Volviendo a la personalidad del candente jugador, tenemos que siempre fue un gran aficionado entre otras excentricidades, a los autos de lujo.

En este sentido, tenemos que en 2004, Rodman se hizo con un lamborghini gallardo, una máquina dotada de componentes especiales.

El auto

El modelo de Rodman, entre otros detallitos, posee 499 caballos de fuerza, así como diez cilindros y una caja con seis velocidades.

Como dirían muchos, una verdadera nave espacial.

Si eso fuera poco, recientemente se dio a conocer que el ex jugador había personalizado el auto con su rostro en llamas plasmado en un costado de la carrocería.

En la ilustración destacan los colores negro y dorado, los preferidos por Rodman, los mismos que le dan un tono mucho más peculiar al lamborghini.

Y es que Dennis es así y fiel a su filosofía de vivir al límite y disfrutar cada segundo como el último…seguirá, pues Rodman es siempre Rodman.