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Las cosas pintaban mal, la crisis parecía no tener fin, Darvin Ham colgando de la picota y lo fieles allí, aferrados a una ilusión, con rostros compungidos, pero a la vez con un brillo de ilusión en sus ojos, como si a pesar de las continuas derrotas, podría llegar una especie de milagro y nadie lo esperaba, pero apareció él, Matt Ryan…
Aquel que había pensado dejar el baloncesto incluso tras fracasar en el Draft de 2020, salvaba a los Lakers con una hermosa canasta desde la larga distancia, para erigirse como héroe en la victoria posterior de los californianos ante New Orleans Pelicans.
Fue un bálsamo, ganar en ese momento fue como volver a nacer para Rob Pelinka y su séquito, pues nada funcionaba, nada, ni LeBron, ni Davis, solo Westbrook sacaba la cara y con esa canasta se comenzaba a construir de un modo sutil la realidad que vemos hoy.
La historia de Matt Ryan
El tiro exterior era su carta de su salvación, lo que le permitía soñar con hacerse de un futuro en las duelas de la liga, por lo que regreso y tuvo su oportunidad con los Cavaliers, luego estar un año de repartidor de DoorDash, tal como lo contó ESPN; por lo mismo que había recalado en los Lakers.
Sin embargo, los días pasaron y con los días, el elenco californiano comenzó a cambiar el guion, dejó de ser aquel equipo malo del comienzo, aquel que jugaba para forja de 2-10, las piezas fueron encajando y Matt Ryan, el de la hermosa canasta aquella madrugada, Matt Ryan de a poco comenzó a ser desechado, hasta que hace menos de una semana, para sorpresa de muchos fue cortado.
Empezar otra vez
El hecho se consumaba y tras 12 partidos y unos registros algo escuálidos, 3,9 puntos y 1,2 rebotes en 10,8 minutos de acción en cancha como promedio; a sus 25 años, Matt Ryan acaba su aventura en California.
En este contexto, hace solo cuestión de horas, el prestigioso reportero de The Athletic, Shams Charania informó que los Minessota Timberwolves se hacían con los servicios del alero y entonces allí, a las órdenes de Tim Connelly, de nuevo Ryan deberá tratar de forjar su futuro.
Es lo que queda, empezar otra vez, buscar minutos viniendo desde la banca, refrendar el cartel de buen tirador e invocar la gracia divina de su entrenador.