Parece imposible torcer la historia. No importa cuan mal llegue el equipo, o que haya perdido dos partidos seguidos en la preparación por primera vez en su historia. Tampoco importa que los jugadores tengan un desgaste mayor y que hayan practicado juntos muy poco tiempo. Estados Unidos está en la final olímpica otra vez.
Australia aparecía como uno de los principales candidatos a quedarse con el oro. Le había ganado en Las Vegas un amistoso a los norteamericanos y llegaba en un gran nivel tras vencer por casi cuarenta puntos a Argentina en cuartos. Había que tener cuidado.
Y si bien Estados Unidos entró dubitativo, como le supo pasar a lo largo del torneo, y perdió el primer cuarto 18-24, ajustó marcas, empezó a encestar canastas importantes y obligó a Australia a cometer errores. Al descanso seguían ganando los oceánicos 42-45 gracias al aporte de Patty Mills (15 puntos) y Dante Exum (14 puntos).
Pero al regreso del vestuario fue un festival de los NBA. Kevin Durant entró en acción (23 tantos) y Devin Booker se lució por primera vez en Tokio aportando veinte unidades para que Estados Unidos gane el parcial 32-10 y pase al frente.
El cierre del partido fue anecdótico. Los estadounidenses mantuvieron la ventaja y accedieron a la final donde esperaran al ganador de Eslovenia-Francia. Desde que Estados Unidos envía a los Juegos a jugadores NBA (Barcelona 1992), sólo no ganó el oro en Atenas 2004. Después, lo hizo siempre. A pesar de las dudas, ya están en la final. ¿Volverán a ganarlo?