Filipinas perdió contra República Dominicana ante 35.115 espectadores, cifra récord en un Mundial. El jugador de los Jazz terminó eliminado por faltas. Hay veces que darlo todo no es suficiente. Y aunque el reconocimiento de los tuyos sea innegable, la rabia por lo ocurrido puede más. Un claro ejemplo de ello se ha dado en la que, posiblemente, es la imagen de la jornada inaugural de este Mundial 2023. Una estampa que demuestra que el defender los colores de un país, aunque no hayas nacido en él, sí que es algo que se siente de verdad. Y que si las cosas, a nivel global, aunque a título personal hayas sido el mejor, no han salido bien, también duele. Así lo ha demostrado Jordan Clarkson, la estrella de Filipinas que ha caído en casa, en un debut que pasará a la historia de los Mundiales de baloncesto (87-81).

 

Quedaban sólo 12 segundos para el final del partido entre República Dominicana y Filipinas. La primera, que apunta a ser una de las grandes revelaciones del torneo, acariciaba la victoria al estar seis arriba en el marcador pese al recital sobre el parqué del jugador de los Utah Jazz. El tú a tú que ha protagonizado el filipino frente a Karl Anthony Towns, la gran estrella dominicana, había creado tal hype incluso antes de producirse, que nadie había querido perderse el partido. Menos aún cuando era el debut de Filipinas y se albergaba en la capital del país: Manila.

35.115 personas se habían dado cita en el Philippine Arena, una cifra que, tras hacerse oficial, se iba a convertir en histórica. “Haciendo historia en Manila. 35.115 aficionados han llegado el Philippine Arena, estableciendo un nuevo récord en la Copa del Mundo del baloncesto”, confirmaba la FIBA. Algo que hacía, aún más, ese estreno mundialista de Filipinas. Y lo visto sobre el parqué no defraudó.

Los nombres propios eran dos. De un lado, Karl Anthony Towns (acabó el partido con 26 puntos, 10 rebotes y 19 de valoración), que tiraba de físico y buen hacer en Dominicana. De otro, un Jordan Clarkson que hace 12 años se convirtió en la gran esperanza filipina. La selección Gilda lo quería como jugador nacional y no naturalizado y quería usar su ascendencia filipina -sus abuelos maternos son del país- para tratar de lograrlo.

Así, en 2018 pudo participar en los Juegos Asiáticos gracias a una excepción y su buen hacer hizo que el pasado 2022 acabase confirmándose que sería aceptado como naturalizado para luchar por el Mundial con Filipinas y, obviamente, también para el futuro. Por eso, todos los ojos -o la mayoría- de quienes estaban en el pabellón estaban puestos en él y no defraudó. 28 puntos, siete rebotes, siete asistencias, dos robos y un tapón para firmar un 20 de valoración fueron los números que hizo contra Dominicana y que permitieron que su selección estuviera en la pelea hasta el final.

Pero las faltas le jugaron una mala pasada y no pudo acabar el partido. Ahí, Dominicana aprovechó para sacar todo su arsenal y poner, a falta de esos 12 segundos comentados al principio, el 87-81 en el marcador. Fue entonces cuando todas las miradas abandonaron el parqué y se fueron al banquillo.

Ahí, el dorsal 6 de Filipinas, ese al que ya se está más acostumbrado a ver con el balón por las canchas NBA, rompía a llorar. Esas lágrimas de Clarkson, fruto de la frustración por no poder seguir ayudando en pista hasta el final, acabaron confirmando lo que los seguidores del baloncesto filipino ya tenían claro: sea nativo o naturalizado, Clarkson es un filipino más. Y lo volverá a demostrar este domingo ante Angola, cuando buscará su primera -y necesaria- victoria para pelear por pasar a la siguiente fase.