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Si hay algo que interesa a los espectadores son las historias de superación sobre personalidades mundialmente famosas. El proceso en el cual se convirtieron en estrellas desde la nada misma interesa sobre todo en el ámbito deportivo. Pero ¿qué tal con las marcas? Empresas como Apple, Facebook o, en este caso Nike tienen historias similares en las que decisiones clave las llevaron al estrellato.

“Air” es una película que se estrenó hace unos días en la que se retrata como la marca del Swoosh cerró el trato para patrocinar a un joven Michael Jordan recién llegado a la NBA, creando una línea exclusiva que se convertiría en Air Jordan, el sello más conocido y redituable de la compañía.

Allí se conoció cómo fue el proceso en el que Nike, una marca considerada “de segunda línea” a nivel baloncesto, compitió con gigantes como Converse y Adidas para quedarse con la estrella de los Chicago Bulls cerrando uno de los acuerdos comerciales entre marca y deportista más impactantes de la historia.

El vínculo entre Nike y Jordan se remonta a 1984, en el año de novato de ‘MJ’ en la NBA. La empresa de Oregon le ofreció un contrato de patrocinio de 250.000 dólares anuales, una cifra astronómica en esos años, equivalente a todo el presupuesto anual de la marca en ese entonces. Además, a diferencia de sus competidores, aprovechó el talento y el carisma del jugador, dentro y fuera de la pista, para lanzar una línea de zapatillas que se convertirían en un icono absoluto.

El deseo del jugador era ser vestido por Adidas, considerada como la marca “cool” del momento por el ambiente deportivo y urbano, y de la cual el escolta era fanático. Si bien la firma de las tres tiras igualó la oferta de Nike, no pusieron mucho interés en el vínculo al punto de que no le pudieron prometer un trato especial. Adidas en ese momento atravesaba una época de crisis tras la muerte de su fundador Adi Dassler en 1978 y el pase de la empresa a manos de su esposa Kathe y luego de su hijo Horst.

Con Converse pasó lo mismo, ya que si bien tenía bajo su ala a jugadores de la talla de Magic Johnson y Larry Bird, no confiaron en Jordan como una figura que pudiera superar a esos nombres y no estaban dispuestos a ofrecer más. Así, se bajaron de la pelea por el contrato.

Nike puso todo su empeño en convencer a Jordan, que ya estaba harto de las reuniones y acudió solo por la insistencia de su madre, y basó su estrategia en apostar todo en un único atleta. Incluso se comprometió a pagar las multas a la NBA por el uso de las Air Jordan que contenían más colorido del permitido. Todo o nada. Esa actitud coincidió con el slogan de la marca “Just do it” (“Sólo hazlo”) de arriesgarse por lo que crean correcto. Y vaya si lo fue.

Jordan no solo aceptó la oferta de Nike, sino que firmó una cláusula de participación en las ganancias de cada producto vendido con su nombre a nivel mundial de por vida. La marca estadounidense esperaba vender unos tres millones de dólares en el primer año Air Jordan. Finalmente fueron casi doscientos. A día de hoy, MJ ingresa a su cuenta unos 400 millones de dólares anuales por regalías de venta de su marca.

Para Nike no solo fue el salto que necesitaba para posicionarse en el ámbito del baloncesto, sino que también se convirtió en referente en cuestión de marketing y contratos con figuras deportivas. El trato con Jordan fue un antes y un después en las relaciones entre marca-jugador.

Después de 36 años desde su lanzamiento y con más de 80 modelos comercializados en el último año, el mejor jugador de todos los tiempos demuestra que, a pesar que se retiró hace casi dos décadas, sigue dominando el juego.