Fue noticia en todos lados. Por su talento y por su sexo. Bajo el ala de Gregg Popovich, que le dio la libertad de desarrollarse en un ambiente en el que las mujeres no tuvieron oportunidades, Becky Hammon hizo historia cuando se convirtió en la primera mujer en conformar un staff técnico, y luego en ser la primera mujer en dirigir un partido oficial de la NBA.
Pero Hammon se ha cansado de esperar la oportunidad en la NBA que no terminaba de darla como entrenadora jefe de un equipo de la liga. Durante los últimos cinco años su nombre ha aparecido en todas las quinielas en cuanto quedaba un puesto vacante en casi cualquier equipo de la liga.
Todos esperaban el momento perfecto para darle las riendas. Sin embargo, esas promesas nunca llegaron a cristalizarse y en el último momento, tras entrevistas interminables, siempre acababa de aparecer la insalvable barrera del género.
Los Portland Trail Blazers fueron el último equipo que mostró interés en hacerse con los servicios de la ex jugadora de San Antonio Stars, pero terminaron apostando por Chauncey Billups. Y esa parece haber sido la gota que ha colmado la paciencia de la todavía asistente de Gregg Popovich en los Spurs.
De todas formas, el talento de Hammon se verá recompensado, a pesar de no ser en el lugar que ella más quería. Las Vegas Aces están a un paso de firmar a Becky como entrenadora para la próxima temporada a cambio del contrato más alto de la historia de la competición, lo que la deja con un gran valor en el mercado.
Para Hammon es la oportunidad de demostrar lo que vale y lo que sabe, si bien ya lo había dejado en claro cuando dirigió a San Antonio Spurs en la Summer League y ganó la competición. Pero ese no parece haber sido motivo suficiente. Ahora deberá demostrar que puede seguir creciendo para, de una vez por todas, lograr ese puesto en la NBA.