Pocos jugadores provenientes de la NCAA habían generado tanta expectativa como Zion Williamson. Su dominio de la pintura, su atletismo, su potencia y su carisma solo se habían visto en LeBron James, que ni siquiera llegó a jugar en la Universidad y pasó directamente a la NBA desde el Instituto.

Por eso, cuando los Pelicans ganaron la lotería del Draft contra todo pronóstico, sabían que se habían quedado con el premio mayor: Zion. Si bien el pívot se mostró decepcionado ya que su destino preferido era New York Knicks, aceptó formar parte del equipo de Luisiana. Pero la realidad sería totalmente otra.

En sus primeros dos años, apenas disputó 85 partidos producto de las lesiones. Si bien sus registros son muy buenos (25 puntos, 7 rebotes y 60% en tiros de campo), la realidad es que apenas contribuyó al equipo dada su poca participación. El último curso no disputó ningún partido y su estado físico sigue siendo una incógnita para una de las mayores promesas que se recuerden.

De todas formas, los Pelicans siguen confiando en su talento y luego de que se haya acabado su contrato rookie, decidieron renovarle por el máximo posible: cinco años y 231 millones de dólares como muestra de que siguen considerando a Zion como parte de su proyecto.

En las últimas semanas publicó imágenes en las que se le veía en perfecta forma física, y hace ya tiempo que enterró el hacha de guerra con una franquicia que, además, se ha recompuesto en lo deportivo y la pasada temporada acabó en playoffs después de un gran final de curso que coincidió con la llegada de CJ McCollum.