Desde que la FIBA le otorgara licencia a las selecciones de baloncesto de cualquier país para convocar a jugadores profesionales a incursionar en alguno de los eventos internacionales que son organizados por dicha institución, no se ha podido observar un conjunto más dominante y superior que aquel combinado estadounidense que se elevara a lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992.
Simplemente aquel equipo se dedicó a pulverizar a cada uno de sus rivales que logró enfrentar, con una diferencia promedio de 44 puntos, sumando los ocho partidos que disputó entre la primera ronda y la fase final del torneo; en teoría, estaban las mejores selecciones de cada continente, pero el combinado dirigido por Chuck Daly no era un conjunto normal, era de otro planeta.
Era entonces la primera vez que se podían observar a las figuras más destacadas del baloncesto de la NBA, encabezados por un Michael Jordan quién ya lucía dos anillos de campeón con los Chicago Bulls, en esta ocasión compartiendo protagonismo con otras leyendas ya consagradas en la liga, como Earvin ‘Magic’ Johnson, Larry Bird, Charles Barkley o Patrick Ewing.
Previo a esta cita en suelo catalán, ya este equipo había mostrado de lo que era capaz de hacer unas semanas antes en el torneo Preolímpico de Portland, de igual forma arrasando en todos los partidos, a tal punto que la selección que obtuvo el segundo lugar, Venezuela, celebró como si hubiesen logrado el campeonato.
Su primer rival en Barcelona fue Angola, a quienes llegó a superar por un margen de 68 puntos, en lo que parecía más bien un encuentro de preparación, siendo ésta su victoria más holgada de todas, con 24 puntos de Barkley, sin conseguir mucha resistencia. En esta misma fase, Brasil, Croacia, España y Alemania fueron sus siguientes víctimas.
Ya en la etapa de eliminación directa, se llegó a pensar que los partidos serían de un margen un poco más estrecho, lo cual sólo terminó siendo una ilusión; Puerto Rico con José ‘Piculín’ Ortiz y Jerome Mincy trataron de hacerles frente, pero sólo les tocó posar para las fotografías y terminar cediendo 115-77, hasta con 6 jugadores en doble dígito por los estadounidenses.
En las semifinales llegaba el turno de encarar a la Lituania de Arvydas Sabonis, quién era el único de su equipo que hacía vida en la NBA (Portland Trail Blazers), en donde además hace solo dos meses atrás había disputado las finales de liga ante los Bulls de Jordan. Esta vez, ‘Su Majestad‘ le volvió a demostrar el porque ya era el mejor jugador del momento, con sus 21 puntos en 22 minutos en cancha, y ya el ‘Dream Team‘ era finalista olímpico.
El día de la consagración final era aquel 8 de agosto, teniendo como escenario un ‘Pabellón Olímpico‘ de la localidad de Badalona, con la expectativa de pretender apreciar un poco más de paridad en la cancha, con un rival duro como Croacia, que recién se separaba de la poderosa Yugoslavia, pero que contaba entre sus filas al recordado Drazen Petrovic y a un naciente Toni Kukoj.
Acá nuevamente las figuras de Jordan y Barkley se encargaron de llevar la batuta del encuentro, que culminaría con marcador de 117-85, siendo esta la diferencia más baja de puntos ante rival alguno en todo el evento. Como dato bien curioso y sin duda el más llamativo, el coach Daly no solicitó ningún descuento de tiempo en todos los ocho encuentros de sus dirigidos; algo que sencillamente se puede catalogar como una verdadera locura.
Destacar también que debido a que prácticamente todos los que formaron parte de esta nómina se compartieron el rol ofensivo, ninguno de ellos estuvo ni siquiera entre los cinco mejores anotadores del torneo; en aquel top-5 figuraron nombres importantes como el brasileño Oscar Schmidt, además de Petrovic, los lituanos Sabonis y Marciulionis, así como el alemán Detlef Schrempf.
Fue el momento en donde quedó claro que muy difícilmente se podrá apreciar a un equipo de cualquier deporte tan superior como este; Jordan, ‘Magic’, Barkley, Bird y Ewing, sumados a otras leyendas como Karl Malone, Scottie Pippen, David Robinson, John Stockton, Chris Mullin, y un invitado universitario como Christian Laettner, escalaron al olimpo y allí se quedaron permanentemente.
Con los años, Estados Unidos ha seguido formando buenas selecciones para los torneos FIBA, así como la propia expansión de jugadores de otros países que propiciaron mayor competitividad en los combinados de América y de otros continentes; por eso, lo que se observó hace 30 años fue algo único e irrepetible: el ‘Equipo de los Sueños‘.