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El baloncesto no es solo talento y esfuerzo en la cancha; para muchos jugadores, es también una historia de sacrificio y superación. Este es el caso de Omar Silverio, el escolta dominicano que ha llegado al Covirán Granada con la misión de aportar su talento en un momento crítico para el equipo. Su historia, marcada por dificultades y desafíos, es un reflejo del esfuerzo que requiere alcanzar el profesionalismo en el deporte.

Un camino marcado por la adversidad

A diferencia de algunas fuentes que lo ubican como neoyorquino, Silverio nació en la República Dominicana y pasó allí su infancia. Como muchos niños dominicanos, comenzó su vida deportiva en el béisbol, pero a los 13 años descubrió su verdadera pasión por el baloncesto. Un torneo profesional al que asistió como espectador fue suficiente para despertar su deseo de dedicarse a este deporte.

Su talento llamó la atención rápidamente y, con solo 15 años, fue convocado a la selección juvenil de su país, lo que le abrió las puertas para obtener una beca en un instituto de Estados Unidos. Fue entonces cuando su vida dio un giro radical y se trasladó al Bronx, Nueva York, en busca de un sueño.

El hambre como compañera de lucha

El sueño de jugar en la NBA tuvo un alto precio. En su primer año en el Bronx, Silverio pasó hambre. Su madre lo había acompañado inicialmente, pero cuando comenzó el curso escolar, él tuvo que quedarse solo, bajo el cuidado de una conocida que terminó descuidándolo por completo.

“Tenía que buscarme la vida”, recuerda Silverio. Tras las largas jornadas en la escuela y los entrenamientos, no tenía acceso a comida hasta el día siguiente. Esa experiencia lo marcó, pero también fortaleció su carácter. Tres meses después, su tía lo acogió y su situación mejoró, pero el joven ya había aprendido una lección que lo acompañaría toda la vida: “En el baloncesto, como en la vida, nada es regalado”.

Un camino accidentado en el baloncesto profesional

Tras pasar por varias universidades —Rhode Island, Hofstra, Manhattan y West Virginia—, Silverio no fue elegido en el draft de la NBA y tuvo que iniciar su carrera profesional en otras ligas. Su primer destino fue México, con los Soles de Mexicali, pero una lesión lo dejó fuera tras solo un partido.

Después, su carrera lo llevó a Israel, donde alcanzó notoriedad con actuaciones destacadas, como los 27 puntos que le anotó al Maccabi de Tel Aviv. También jugó en Venezuela antes de intentar fichar en Francia, pero un problema con su visado le impidió regresar a Europa a tiempo, dejándolo sin equipo durante meses.

Finalmente, en diciembre de 2024, firmó con el Surne Bilbao Basket, pero su paso por la ACB fue discreto. “Apenas jugaba cinco minutos por partido, y en ese tiempo no puedes desarrollarte”, explica Silverio. Las críticas no tardaron en llegar, pero él estaba convencido de que su oportunidad en la liga española aún no había terminado.

El reto en Granada: demostrar que pertenece a la ACB

Su llegada al Covirán Granada representa una nueva oportunidad para demostrar su valía en la Liga Endesa. A diferencia de su etapa en Bilbao, donde no tuvo protagonismo, en Granada encontró un equipo necesitado de refuerzos y un entrenador que confía en él.

En su debut con el Covirán, Silverio dejó destellos de su talento. Desde el primer partido mostró confianza y agresividad en la cancha. “Cuando metí el primer tiro pensé que esto ya era otra cosa”, afirma. Con su llegada, Granada busca reforzar su plantilla para lograr una permanencia que se presenta difícil, pero no imposible.

Una mentalidad de lucha y perseverancia

Más allá de su talento, lo que hace de Silverio un jugador especial es su mentalidad. Su historia es un testimonio de esfuerzo, sacrificio y resiliencia. Desde pasar hambre en el Bronx hasta enfrentar críticas en Bilbao, ha sabido sobreponerse a las adversidades.

Hoy, con la camiseta del Covirán Granada, tiene una nueva oportunidad para demostrar que pertenece a la élite del baloncesto europeo. Y si algo ha dejado claro en su trayectoria, es que nunca se rinde.

En un deporte donde muchos solo ven el brillo de la NBA y los contratos millonarios, la historia de Omar Silverio nos recuerda el sacrificio que hay detrás de cada jugador que lucha por su lugar en la cancha.