Your browser doesn’t support HTML5 audio

Real Madrid ha obtenido la décima Supercopa de su historia, el sexto consecutivo. El equipo sigue la línea de continuidad de la última década, primero con Pablo Laso y ahora conChus Mateo que en su primera temporada condujo al club a la conquista de una nueva Euroliga, la tercera de un proyecto que, si utilizáramos una terminología asociada a la NBA, sería una auténtica dinastía.

Recomendado para ti: EMBIID DEBE DECIDIR SI JUEGA PARA FRANCIA O PARA ESTADOS UNIDOS

En un elenco plagado de estrellas de alto nivel destacan tres nombres sobre todos los demás, sin poner fecha de caducidad a sus espectaculares carreras y manteniendo intacta la ambición, las ganas de ganar, de ampliar un currículum que sigue escribiendo las páginas de una historia que es una fuente inagotable de trofeos y batallas emocionantes. Rudy Fernández, Sergio Llull y Sergio Rodríguez son infatigables, únicos, titánicos.

Real Madrid en los festejos del 2022.

Rudy, el más veterano (38 años) pasó por el Joventut, se fue a la NBA y estuvo en el lockout de 2011 con los blancos antes de vivir su último periplo estadounidense en los Nuggets y de poner posteriormente rumbo, y de manera definitiva, a la capital de España. Desde entonces ha vestido de forma ininterrumpida la camiseta blanca, con una gran relación con el club y siendo un referente absoluto. Sergio Rodríguez, de 37 años, vive su segunda etapa en la entidad: primero estuvo de 2010 a 2016, antes y después pasó por la NBA y otros equipos de Europa. Regresó el año pasado para cumplir el sueño de la Undécima igual que antes lo había hecho con la Novena. Y Sergio Llull, el más joven (35 años, cumplirá 36 en noviembre) pero igualmente veterano del trío, se formó en Manresa y saltó al Madrid en 2007. Desde entonces y a pesar de las llamadas constantes de la NBA, concretamente de los Rockets, nunca se ha ido. Y es el más joven de los tres, pero también el que más tiempo ha vestido la camiseta blanca, superando ya los 1.000 partidos y persiguiendo un récord que parecía imposible de batir, el de un Felipe Reyes que acumuló 1.046.

Unos datos para la historia

Tanto juntos como por separado, los tres jugadores suman currículums extraordinarios. Ya sea en clubes ajenos al Madrid o con la camiseta blanca, el trío ha tenido éxitos, que de forma combinada se traducen en 39 temporadas en el Real, 75 títulos (ya sea en el conjunto blanco o en otros) y 25 medallas con la Selección española. Unas estadísticas que son increíbles en su conjunto, pero que lo son también cuando las desglosamos de forma individual, concediendo a cada jugador sus propios méritos.

Rudy Fernández: 3 Euroligas, 6 Ligas, 6 Copas del Rey (1 con el Joventut, el resto con el Real Madrid), 9 Supercopas de España, 1 Intercontinental, 1 Eurocup (con el Joventut) y 1 EuroChallenge (también con el Joventut). Además, el capitán de la Selección es el más laureado del trío y el que más tiempo lleva con La Familia, habiendo superado en el último Mundial las 253 internacionalidades de Navarro, tope histórico. Suma 6 oros, 3 platas y 2 bronces. En total, 27 títulos a nivel de clubes y 11 medallas en torneos FIBA.Sergio Rodríguez: 3 Euroligas (2 con el Madrid y una con el CSKA), 6 Ligas (3 ACB, 2 rusas y 1 italiana), 6 Copas (4 con el Madrid y 2 con el Milán), 6 Supercopas (cinco españolas y otra italiana), 1 Intercontinental (con el Madrid). El más nómada del trío y el que más camisetas ha vestido ha conquistado 7 medallas con la Selección: 3 oros, 2 platas y 2 bronces.Sergio Llull: leyenda absoluta e histórica del Real Madrid, que en su etapa más gloriosa es imposible de mencionar sin el balear, Llull tiene otro currículum para los anales: 3 Euroligas, 7 Ligas, 6 Copas, 9 Supercopas y 1 Intercontinental le dan un total de 26 títulos. Con otras 7 medallas con España: 4 oros, 1 plata y 2 bronces.

Tres jugadores que constituyen la vieja guardia del Real Madrid, esa a la que el equipo recurre en sus momentos más complicados, con la serie de cuartos ante el Partizán del curso pasado en el recuerdo y el tiro ganador de Llull ante el Olympiacos como otra escena icónica del baloncesto europeo.