Los Yankees ganaron, debían hacerlo de visitantes imponiéndose a unos sorprendentes Guardianes de Cleveland que están mostrando un deseo irrefrenable de querer seguir jugando béisbol en octubre.
Los Yankees ganaron, Aaron Boone se arrojó a los brazos de Gerrit Cole, no tenía de otra y salió, el resultado salió, ante la mirada atónita de Terry Francona y sus muchachos.
De misión imposible…nada
Y parecía una misión imposible, pues el abridor Cal Quantrill, en 34 aperturas en Progressive Field, tenía marca de 14-0, con una efectividad de 2,97, tal como lo cuenta MLB.com, pero es octubre y son los Yankees y todo vale, incluso un poco de suerte.
Los Mulos se impusieron 4-2; Harrison Bader despachó un descomunal batazo de vuelta completa y el invencible Quantrill comenzó a mostrarse como un simple terrenal, mientras un sobrio Gerrit Cole iba avanzando en el partido.
El as, mostró su mejor versión a la hora cero, tenía la misión de encaminar el viaje de regreso a casa y mejor no lo pudo hacer; siete entradas, dos carreras, seis hits, ocho ponches y el complemento perfecto de Wandy Peralta y Clay Holmes para dejar la escena lista en el Bronx y todo se decidirá dentro de unas horas.
Los Yankees ganaron y Jameson Taillon tendrá la responsabilidad de brillar como nunca en el box, en pos de que los Bombarderos puedan ir a la revancha contra los Astros de Houston.
Aaron Boone y una cábala de octubre
Los Yankees se llevaron la victoria y en medio de la algarabía, pocos recordaron que tal vez como una especie de cábala, 19 años atrás, en octubre de 2003, Aaron Boone sonaba aquel memorable batazo ante el nudillero de los Medias Rojas de Boston, Tim Wakefield para decidir el séptimo juego de la Serie de Campeonato y mandar a los Mulos a la Serie Mundial.
Fue en el inning 11, luego de que los Yankees empataran el juego en los finales ante Pedro Martínez y entonces, Boone como el clásico aguafiestas, en ese instante, perpetuó la agonía de los aficionados en Fenway Park.
En aquel año los Mulos terminarían perdiendo ante los Marlins en seis juegos pero hoy, quizás solo sea importante recordar aquel momento histórico, con el hoy director de los neoyorkinos como protagonista y es que en playoffs, todo tiene que ver, la mística, la historia y hasta una premonición.
Lo cierto es que esta noche en el cielo de Ohio pudo haber brillado una luz con el recuerdo de aquel histórico jonrón ejerciendo algún tipo de influencia en la victoria que tanto necesitaban los Yankees de Nueva York… al menos en Manhattan, eso prefieren creer.
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