Con relación a las declaraciones de Carlos Gómez sobre Alex Rodríguez, se debe reforzar esto. ¿Por qué? Porque jamás que se presentaban en la TV estadounidense las alineaciones como dominicano sino como estadounidense.
Aunque legalemente A-Rod tiene ciudadanía dominicana, es hijo de padres dominicanos, deportivamente nunca representí a RD. Lo iba a hacer una vez en un Clásico Mundial, pero por esas razones de la vida, de repente, se lesionó y no vistió los colores dominicanos.
Alex Rodríguez llegó a ser en su momento el pelotero mejor pagado del beisbol, con un contrato increíble. Texas tuvo que cargar con ese sambenito durante muchos años. Luego se fue a los Yankees, donde también admitió haberse dopado. Y hasta fue suspendido por su participación en el caso Biogénesis por una temporada a peloteros a laboratorios en Miami.
“Era ingenuo, y yo quería demostrarle a todos que … lo valía … uno de los mejores jugadores de todos los tiempos”, dijo en un entrevista televisada a todo los Estados Unidos hace unos años.
Rodríguez puso buenos números, sí. Conectó 697 jonrones de por vida en las mayores, fue seleccionado a 14 Juegos de Estrellas, ganó dos premios como Jugador Más Valioso. Pero nada de eso lo hizo con limpieza. De hecho, The Sportung News publicó en su momento que A-Rod era uno de los 104 peloteros que había salido positivo por doping en 2003.
“Era una época bastante tolerante. Soy culpable de varias cosas. Soy culpable de haber sido negligente, ingenuo, no hacer las preguntas correctas”, indicó el jugador dominicano. “Para ser franco, desconozco la precisa sustancia de la que soy culpable de haber consumido”.
Por qué entonces sentirse orgulloso y proclamar a los cuatro vientos que un pelotero con tan cuestionados números e involucrado en casos de dopaje pertenece a un país, cuando él nunca se ha sentido de ese país. ¿Vale la pena eso?