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Alex Rodríguez nació en 1975 en Washington Heights de Manhattan. Una comunidad compuesta por inmigrantes dominicanos, hijo de Víctor y Lourdes Rodríguez. Se crió junto a sus dos medios hermanos, Joe y Suzy, del primer matrimonio de su madre. Cuando tenía cuatro años, la familia se mudó a la República Dominicana, luego regresaron a Estados Unidos y se instalaron en Miami, Florida.

El padre de Alex lo introdujo en el juego de béisbol e incluso pasó mucho tiempo jugando pelota en Quisqueya.

Rodríguez tuvo una infancia difícil al crecer. Su padre dejó a su familia después de decir que iba a trabajar por un tiempo en Nueva York pero nunca regresó.

A-Rod, como es popularmente llamado el exgrandesligas, le dijo a Sports Illustrated for Kids en julio de 1997:

“Fue difícil. Hice lo mejor que pude para ayudar en la casa y llevar buenas calificaciones para enorgullecer a mi mamá”.

Después de ver el divorcio de sus padres y ver a su madre esforzarse por mantener a su familia trabajando en dos trabajos, se sintió motivado para convertirse en un estudiante de honor y un campocorto estrella en la Escuela Cristiana Westminster de Miami. Se convirtió en el campocorto titular en el décimo grado, donde su entrenador Rich Hoffman no solo lo ayudó a mejorar su bateo, sino que también lo instruyó en lo financiero. Rodríguez terminó bateando .419 con 17 HR, 70 RBI y 90 SB en 100 juegos. Su equipo ganó el campeonato nacional de secundaria en su tercer año. En su último año en la escuela secundaria, fue seleccionado como el jugador juvenil de béisbol del año de EE. UU. y el estudiante atleta nacional de béisbol del año por Gatorade.

Alex se convirtió en toda una celebridad, no solo de los Yankees de Nueva York, es una estrella latina en los deportes y más allá.

En una entrevista que le realizó la otra gran estrella y ex pelotero de Grandes Ligas, Davi Ortiz dijo:

“Mi padre me abandonó cuando tenía 10,  cuando se fue quedé con el corazón tan destrozado que recuerdo me hice la promesa a mí mismo, dije a Dios que si alguna vez tenía el chance de ser papá, era lo suficientemente afortunado, me aseguraría de no echarlo a perder, como mi padre lo hizo. Así que es muy importante y está en lo profundo de mí. Y desde el momento en que sucedió, que me convertí en padre hace 16 años con Natasha luego Ella, ellas son lo primero, segundo y tercero en mi vida.”

Rodríguez creció principalmente en Miami bajo el cuidado de su madre. No fue hasta el 2000, cuando Rodríguez era uno de los mejores jugadores de béisbol, que se reunió con su padre, Víctor, después de una larga ausencia. Alex Rodríguez tuvo un encuentro significativo con su padre en Minnesota.

Específicamente junio del 2000, Alex Rodríguez era una superestrella de 24 años que estaba a punto de pactar un histórico y lucrativo contrato. El entonces campocorto de los Marineros de Seattle, estaba a meses de firmar un contrato de 10 años y $252 millones con los Vigilantes de Texas. Los Marineros, en su primera temporada sin Ken Griffey Jr., viajaron a Minnesota para una serie de cuatro juegos con los Mellizos.

El importante momento tuvo lugar el Día del Padre de ese año, marcó la primera vez que el padre de Rodríguez, Víctor Rodríguez, lo había visto jugar béisbol profesional desde las gradas. Dieciséis años antes, Víctor había abandonado a su esposa Lourdes, a Alex y sus dos hermanos. Alex esperó 16 años para un desgarrador pero memorable reencuentro con su papá.

Cynthia Scurtis, quien estuvo casada con con Alex entre 2002 y 2008, coordinó la reunión. Del momento Alex recuerda:

 “Ciertamente lo vi. Estaba muy, muy nervioso y no quería mirar hacia arriba”.

Víctor Rodríguez era un hombre de pocas palabras. Sentado al lado de Cynthia, el brillo en los ojos de Víctor decía lo que no podía decir. Para su vergüenza, nunca había estado allí para ver jugar a su hijo.

Pero su madre, Lourdes, siempre estuvo ahí.

Rodríguez pasa mucho tiempo con sus hijas y disfruta cada minuto con ellas. Es un buen padre y la familia significa mucho para él. El campocorto retirado trata de dar tiempo de calidad, pasándola muy bien con sus retoños.