El béisbol tiene eso, la perfección extrema, a nivel de detalles impensados, desde un swing de jonrón hasta los movimientos de un lanzador para soltar una bola a más de 100 millas o dibujar una curva en su trayecto exacto, es biomecánica pero puede ser igual a una paletada en un cuadro, a un acorde de piano, a la última línea de un rispetto; los que amamos el juego, sabemos que en todo hay arte.
Este viernes, Anthony Rizzo esbozó una copia fiel de este concepto, parado allí, bien pegado al home plate del Roger Centre, movió su pierna delantera ligeramente hacia adelante, metió las caderas y en un movimiento armónico, totalmente sincronizado, se descolgó para desaparecer la pelota por todo el jardín derecho.
Flashazos
Minutos antes, el propio Rizzo había comenzado la entrada recibiendo pelotazo y tras pisar la primera base, comenzó un capítulo interminable para los Azulejos de Toronto, en el cual los Yankees fabricaron 8 carreras para decidir el duelo ante sus rivales divisionales.
Rizzo abrió y cerró la entrada sentando el ciclo de acciones que conformaron el rally.
La levedad
Hay una relación algo macabra en estos hechos y es que los Yankees están cobrando a cabalidad el dinero que le ofrecieron a Rizzo, 32 millones por dos años y una opción para 2024 y eso se traduce en 17 jonrones y 47 impulsadas.
Las cosas podrían ir mucho mejor, pues a este ritmo, Anthony podría superar su marca de jonrones, llegando a 43 y también, podría igualar su registro de impulsadas de 109; números que hablan a las claras lo consistente que puede ser con el madero.
Rizzo está reviviendo su mejor época, aquella con los Cachorros, cuando en cuatro campañas pegó 30 o más cuadrangulares e impulsó 100 o más carreras.
Pero más allá, lo que todos admiran y el propio Rizzo ha aprendido canalizar, es su capacidad para adaptarse al juego, allí en Nueva York, entendiendo los ritmos y tiempos de la temporada; hoy estas bien, mañana mal; bateas menos de 200 en un mes, haces lo ajustes y después en 11 juegos te pegas a los 300 dándole en la cara a la bola.
La perspectiva exacta
Las secuencias perfectas de Rizzo, esas del jonrón frente a los Azulejos, la secuencia, la risa, la confianza que demuestra cada vez que sale; sabe corre el riesgo de que lo golpeen, pues por su estilo de bateo, se pega al home, pero, esta confiado y lo sigue haciendo, pues cree incluso que cuando lo golpean por lanzamiento, al otro turno esta mas concentrado y puede lograr buenas cosas.
Rizzo ha sido resiliente, tal vez a lo Gregorio Samsa lo que en otro sentido, ha logrado cambiar el caparazón para aclimatarse a todas las circunstancias y lo está disfrutando; entiende también que la levedad del ser en Nueva York puede ser insoportable, el uniforme a rayas no le calza bien a todos, entonces mira a los periodistas y sonríe…lo está logrando.