Uno ve al Narciso y entre la pintura de Caravaggio y Alec Bohm no hay mucha diferencia, no, en todos los sentidos en lo físico y en lo espiritual.

En la leyenda, Narciso al ver su rostro en el agua y contemplar su belleza se enamoró de si mismo y quiso acercarse tanto que terminó ahogándose y a Alec Bohm le va pasando igual.

Dos años atrás

Hace dos años, Alec Bohm estuvo en el top para el Novato del Año de la Liga Nacional y fue una agradable sensación que encantó a fanáticos y especialistas.

Bohm quedó tercero en la votación al registrar una línea espectacular, 338 de average, 400 de OBP y 481 de slugging y entre sus 54 hits, disparó 4 jonrones y 12 dobles.

Algo sensacional que parecía iba a ser único en 2021 pero Bohm se comenzó a ahogar en su propio ego y estaba más para ver como quedaba en fotos al hacer un swing o un fildeo común, se mostraba más enfocado en eso que en el mismo juego.

Y entonces llegó la debacle, no solo el bajón ofensivo de 247 en 115 juegos también una enorme cantidad de ponches…como Narciso, Bohm se comenzaba a hundir.

La catedral de Connie Mack

Philadelphia es una de las grandes catedrales del béisbol y ahí está la figura de Connie Mack para refrendar la mística y la tradición de esa ciudad que es también un símbolo de la misma historia de Estados Unidos desde finales del siglo XVIII, cuando surgió la nación después de la guerra de independencia ante Inglaterra.

Por ello la afición exige y quizás esa presión la sintió Alec Bohm calar en sus huesos hace unos días cuando cometió tres errores ante los Mets de  Nueva York.

Es la presión de la gente y de la competencia, pues Joe Girardi le puso al talentoso prospecto Bryson Stott como su sombra para que Bohm sintiera que debia regresar al juego.

En sus manos

Y al menos en el comienzo se ha vuelto a encontrar con su bate y al momento de escribir estas líneas llevaba de 6-4 en cinco partidos disputados pero igual su defensa sigue dejando que desear.

Girardi sigue confiando, buscando la manera de evitar que Bohm, como Narciso se siga perdiendo.

Como quiera, el destino de Alec Bohm está en sus manos, solo él podrá decidir si sigue mirando su rostro en el agua o voltea a ver lo que pasa a su alrededor.