El béisbol cubano atraviesa los mejores momentos de su historia en Grandes Ligas, no solo por las hazañas que jornada tras jornada realizan los cubanos que allí se desempeñan, sino también por el simple hecho quizás de lograr quebrar la marca de más  antillanos  con acción en una temporada.

Precisamente el encargado de conseguir este logró fue el campo corto de los Rojos de Cincinnati José Barrero, cuando fue convocado para ser el titular de la posición en el cierre del año.

El fino, como es conocido por la afición el habanero, fue el gran protagonista de ayer después de guiar al éxito a su equipo con marcador de 7×5 frente a los Cerveceros de Milwaukee.

El cubano, ubicado como octavo en la tanda, consiguió par de imparables en cuatro turnos, con tres carreras impulsadas, dos anotadas, par de bambinazos y un ponche, logrando elevar su promedio ofensivo hasta .200.

A la altura de la cuarta entrada, con su equipo delante en la pizarra 2×0, Barrero castigó un envió sobre la zona alta a 94MPH para conseguir su primer cuadrangular en Grandes Ligas, conexión que recorrió 408 pies y salió a una velocidad de 105 MPH.

Al llegar al home platee, Barrero hizo un corazón con sus manos y dijo algo mientras miraba al cielo, una dedicatoria a su mamá. “Es mi primer jonrón, así que estaba recorriendo las bases y sentí todas las emociones”, dijo a través del intérprete Jorge Merlos. “Se sintió increíble”.

Dos capítulos más tarde ante el relevista Milner, el habanero logró hacer un contacto potente sobre un lanzamiento en la esquina de afuera a 88 MPH, para de esta forma colocar la esférica en las gradas del jardín izquierdo.

Aproximadamente cinco minutos después del juego, Barrero caminó fuera de la dogout de los visitantes y se encontró con un joven fanático de los Cerveceros llamado Charlie.

Allí cambió un bate firmado por su primer jonrón, que agarró mientras hacía una llamada por FaceTime con su familia después. “Me gustaría dedicárselo a mi mamá”, dijo Barrero, quien cambió su apellido de García el año pasado en honor a su difunta madre, Tania. “Se lo voy a dar a mi hermano, que ha estado conmigo en todo esto. Irá con él”.

Para bien o para mal, el desarrollo de jugadores jóvenes será la parte más importante de la temporada de los Rojos después de la fecha límite de cambios. Los Rojos necesitan darle tiempo a Barrero, de 24 años, para que se adapte al pitcheo de las Grandes Ligas y descubra si es su campocorto del futuro.