Your browser doesn’t support HTML5 audio

El ceño fruncido, los labios comprimidos, el rictus amargo y como si de un fino lienzo impresionista se tratase, esa imagen parece haberlo perpetuado en el tiempo para siempre.

La ira, la rabia, el enojo, la frustración, pudiera ser todo eso o simplemente la obsesión de Bo Jackson. Era así, un tipo obsesivo, compulsivo diría incluso, de esos que viven al límite y lo dejan todo como si al siguiente segundo fueran a morir.

Instantes que trascienden 

Fue un 6 de abril, tal como lo narran Sport Ilustrated y Bleacherreport, un 6 de abril hace ya casi tres décadas y por ese entonces, a sus 31 años, Bo Jackson añadió otro capítulo con tintes bien peculiares a su increíble historia.

Tres lanzamientos de Jim Deshaies de los Mellizos de Minnesota, bastaron para ponchar a Jackson y este, de súbito, astilló su bate contra su pierna, partiéndolo en dos, como si fuera una especie de ritual.

Jackson jugaba su última temporada en Grandes Ligas, vistiendo la franela de los entonces California Angels, pero su fama le precedía desde sus años con los Reales de Kansas City y después con los Medias Blancas de Chicago.

La leyenda

Es una leyenda y de él se cuentan muchas cosas; dicen que rompió 15 bates en 20 días, que pegaba conexiones de casi 500 pies e incluso en una ocasión, dio 20 cuadrangulares en 25 juegos y también que durante sus años en el fútbol americano llegó a promediar 11 yardas por campaña mientras jugaba con los Raiders.

Hoy cuando todos miran a Ohtani y quedan cautivados con la clase del estelar japonés, cuando eso pasa, la memoria intenta socavarnos, pues al mirar atrás, la impronta de Bo Jackson emerge por su propio peso.

Hablamos de un jugador tocado por la gracia divina, All- Star en Grandes Ligas, allá por 1989 y también en la NFL, donde en 1985, durante su época en fútbol universitario, ganó el Trofeo Heisman, la máxima distinción que se otorga a este nivel.

¿ Mito o realidad?

Una lesión en la cadera lo alejó del fútbol en 1991 y tres años después, Bo Jackson decía adiós a los diamantes beisboleros. Luego de 8 zafras en Las Mayores sus registros mostraban un average de 250, con 141 vuelacercas y 415 carreras empujadas.

Es un mito y así ha trascendido Bo Jackson en el tiempo y su estela sigue ahí, permanece como reliquia de un pasado donde las cosas, en perspectiva, parecen haber sido diferente.