El 1 de junio de cada año, los aficionados al béisbol recuerdan al expelotero de los New York Mets, Bobby Bonilla, por el contrato más ridículo en la historia de la MLB y el deporte profesional.

En 1992 los Mets firmaron al tercera base puertorriqueño de los Pittsburgh Pirates, Bobby Bonilla, después de que en la temporada 1991 el toletero bateara 3 de cada 10 lanzamientos y fuera all-star.

Con un contrato de más de 6 millones de dólares anuales, Bonilla se convirtió en el beisbolista mejor pagado de la MLB.

Tras tres temporadas y media, Bonilla dejó a los Mets para enfilarse con los Baltimore Orioles. El bajo rendimiento del boricua provocó que no finalizará el contrato de cinco años que firmó con la franquicia de Nueva York.

Antes de regresar a los Mets, Bonilla desfiló por distintos equipos como Florida Marlins, franquicia con la que ganó la Serie Mundial y Los Angeles Dodgers.

Seis años después de su primer contrato con los Mets, Bobby Bonilla volvió al equipo de Nueva York tras un intercambio por Mel Rojas en 1998.

La baja de juego de Bonilla y los constantes problema en la temporada con el entrenador, Bobby Valentine, quien no le daba el tiempo de juego que su homónimo le exigía, provocaron que los Mets prescindieran de sus servicios.

Mets debían pagar 5,9 millones de dólares a Bonilla

El agente de Bobby propuso a los Mets que, si no tenían dinero para pagarle en ese momento a su representado, podían saldar su deuda dentro de 10 años, pero pagarían cuatro veces más de lo acordado en pagos diferidos de 1,1 millones de dólares anuales.

Por increíble que parezca, los Mets aceptaron el trato. A partir del 2011, Bobby Bonilla, un jugador retirado desde 2001, recibe un cheque anual por la cantidad de 1,193,248.20 dólares; pago que recibirá hasta 2035.

Luego de haber firmado el contrato que le resolvió la vida, Bonilla firmó con con los Braves de Atlanta en el 2000, y un año más tarde llegó a los San Louis Cardinals, equipo donde puso fin a su carrera como beisbolista profesional.