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El juicio por cargos de abuso sexual y trata de personas enfrenta al joven astro dominicano de los Rays de Tampa Bay a la posibilidad de una condena de hasta 20 años de prisión. Más allá de los tribunales, el caso pone en tela de juicio la responsabilidad social de las estrellas deportivas y las estructuras que las rodean.
Wander Franco, con apenas 23 años, se perfilaba como uno de los talentos más prometedores del béisbol profesional. En 2021, firmó un contrato de 182 millones de dólares por 11 años con los Rays de Tampa Bay, cimentando su lugar como el futuro de la franquicia. Sin embargo, los sueños de grandeza quedaron empañados por graves acusaciones de abuso sexual y trata de personas, que ahora lo colocan en el banquillo de los acusados en su país natal, la República Dominicana.
El caso, que involucra a una menor de 14 años, ha capturado la atención no solo de los aficionados al deporte, sino también de una opinión pública que debate las implicaciones morales, legales y sociales de la situación. La denuncia señala que Franco transfirió, a través de su madre, Yudelka Aybar, 1 millón de pesos dominicanos (equivalente a 17,000 dólares) a la madre de la menor para obtener su consentimiento. Ambas partes enfrentan cargos adicionales, como lavado de dinero y explotación sexual.
El juicio, programado para el 12 de diciembre en un tribunal de Puerto Plata, no solo decidirá el futuro legal de Franco, sino también podría sentar un precedente importante en la lucha contra el abuso y la explotación de menores en la República Dominicana. En un país donde la corrupción y la desigualdad suelen dificultar el acceso a la justicia, este caso se perfila como un examen a las instituciones y a la sociedad misma.
El proceso, que podría extenderse hasta ocho meses, será evaluado por tres o cinco jueces, ya que en el sistema judicial dominicano no existen los juicios por jurado. Si es declarado culpable, Franco podría enfrentar hasta 20 años de prisión, una sentencia que impactaría tanto su carrera profesional como su legado.
La MLB, conocida por su estricta política contra la violencia doméstica, la agresión sexual y el abuso infantil, ha mantenido a Franco bajo licencia administrativa desde que se presentaron los cargos formales en julio de 2024. Esto significó que, aunque el jugador continuó recibiendo parte de su salario durante un tiempo, finalmente fue colocado en la lista restringida, deteniendo su remuneración.
Aunque la MLB ha evitado emitir un veredicto prematuro, se espera que la liga tome una decisión disciplinaria una vez que concluyan los procedimientos judiciales en la República Dominicana. La pregunta que queda en el aire es si las sanciones serán suficientes para abordar el impacto de un caso tan delicado en la imagen del deporte.
El caso de Wander Franco reaviva un viejo debate sobre la responsabilidad social de las estrellas deportivas. Con contratos multimillonarios y una atención mediática constante, los atletas se convierten en modelos a seguir, especialmente para los jóvenes. Sin embargo, este poder también conlleva una responsabilidad que muchos no parecen estar preparados para asumir.
Por un lado, están quienes defienden la presunción de inocencia de Franco, argumentando que las acusaciones deben ser evaluadas con rigor judicial antes de emitir juicios públicos. Por otro, existe una creciente frustración hacia un sistema que a menudo parece proteger a las figuras públicas, incluso cuando enfrentan acusaciones graves.
La implicación de la madre de Franco en las transacciones financieras también ha sido objeto de controversia. Según los fiscales, Yudelka Aybar transfirió grandes sumas de dinero a la madre de la menor, quien posteriormente pasó de ser empleada bancaria a llevar un estilo de vida ostentoso. Estas acusaciones no solo complican el caso, sino que también arrojan una sombra sobre el entorno familiar del jugador.
Más allá del veredicto
Al final, el caso de Wander Franco trasciende las fronteras del deporte. Es un recordatorio de cómo el poder, la fama y el dinero pueden distorsionar los límites de la moralidad y la justicia. La sociedad debe cuestionarse no solo cómo llegamos aquí, sino también qué medidas tomar para prevenir futuros abusos.
Mientras tanto, Franco sigue firme en su postura: “Todo está en las manos de Dios”, declaró tras una audiencia en septiembre. Pero, más allá de las oraciones y las esperanzas, el destino del joven astro dependerá de las pruebas presentadas y del veredicto de los jueces.
El deporte, como espejo de la sociedad, enfrenta un momento de autocrítica. Las decisiones que se tomen en este caso podrían marcar un punto de inflexión en la lucha por la justicia y la integridad dentro y fuera del campo.