La muerte, la vida más allá de la muerte, la materia y el espíritu; las grandes interrogantes del hombre a lo largo del tiempo y hoy no deja de ser así.
Hay que morir para vivir, pensaron y piensan muchos, los samurais por ejemplo mediante el bushido aceptaban la muerte para poder tener una existencia digna.
Y quizás David Ortiz no pensaba en la muerte, ni en espíritu ni en materia, no, siempre ha sido un tipo terrenal pero tres años atrás, todo pudo haber cambiado para la leyenda dominicana.
Antes
En junio de 2019, la historia del mítico Big Papi dio giro inesperado cuando fue baleado en plena calle y su vida pendió de un hilo al punto de perder parte de la vesícula y el intestino.
Big Papi conoció la muerte, la olió allí cerca, tal vez entre el olor a sábana de hospital y la mezcla odiosa del yodo con la penicilina.
Atrás quedaba todo, los Mellizos de Minnesota, la llegada al Fenway Para, aquel batazo en el juego 4 de la Serie de Campeonato de Liga Americana en 2004 para cambiar el fatídico guión que escribían los Medias Rojas; tantos jonrones, el Clásico Mundial, el anillo de 2007 y luego cuando su estrella parecía acabarse, ya cercano a los 40 años, emergió de las sombras y bateó lo que quiso en la postemporada de 2013 para ayudar con otro anillo a la causa patiroja.
Cambio de perspectiva
El ídolo de Fenway Park sabe que ese momento, tan cercano a la muerte, le hizo replantearse todo y desde entonces solo busca disfrutar al máximo cada minuto.
Y David sabe que el 24 de julio será también un día histórico para él, para su familia, para Dominicana y el béisbol en general, será el día de su discurso en Cooperstown y el mundo entero estará mirando, como si se estuviera coronando un rey.
En una entrevista reciente a la agencia AP, en medio de un torneo de golf con fines benéficos, el Boston Heart Classic, el antillano sentenció que ser elegido al Salón de la Fama es algo que lo ha cambiado, después de lo que paso y entiende el significado de estar allí el 24 de julio, marcando el momento de entrada al Olimpo de los dioses del béisbol junto a los grandes Juan Marichal, Vladimir Guerrero y Pedro Martínez.
El gran suceso
David se emociona al pensar en ello, fue electo con casi el 78% de los votos necesarios y siempre recuerda como en 2015, cuando se conoció la exaltación de Pedro Martínez casi llora.
Ese día, Big Papi pegó 2 jonrones e impulsó siete carreras y fue su manera de celebrar y rendirle honores a Pedro el Grande.
La gente quiere a David Ortiz y el adora a los fanáticos, incluso piensa que podría haber firmado casi tres millones de pelotas.
Por otro lado también están los peloteros y el estrecho lazo que le une con los dominicanos que están activos en el Big Show, les da consejos, los estimula y eso también le encanta.
La historia viva
Con David Ortiz no hay tiempo para el aburrimiento, no, el busca la manera de estar arriba, enérgico, motivando a todos y eso lo sigue distinguiendo del resto; es una personalidad más allá del deporte, un símbolo de la cultura popular diría, en Boston, en Estados Unidos, en República Dominicana, en toda América Latina.
Escuchar sus palabras ese día en el Panteón de los Inmortales será otro momento para añadir en la lista de los grandes acontecimientos en la historia de Grandes Ligas.
Ya ven, un hombre que es Dios para muchos, amado y odiado incluso, tuvo que mirar la muerte a la cara para renacer y simplemente vivir el más mínimo segundo.