De acuerdo a la prensa de época, en el otoño de 1920 los New York Giants jugaron una serie de partidos de exhibición contra los clubes cubanos Havana Reds y Almendares Blues en el nuevo Almendares Park.

La gente abarrotó el Estadio Almendares, emocionada por ver a uno de esos héroes de los que sólo lees en las historietas. Si, tendrían cerca al más grande jonronero del mundo y mejor jugador de la historia del béisbol. El joven de 25 años venia de conectar 54 en 142 juegos, en su segunda temporada con los New York Yankees.

En su libro “The Pride of Havana: A History of Cuban Baseball”, Roberto González Echevarría escribió “Las gestas de Ruth fueron bien promocionadas en los periódicos”.

“El béisbol cubano no se centraba en los jonrones. Ese béisbol era muy prudente, muy táctico”.

Pero, sorpresivamente, al denominado Bambino le robaron el show.

Un pelotero cuyas míticas historias le daban la pelea a las del Gran Bambino, eclipsó al famoso invitado. Un corpulento jardinero central con las cinco herramientas de quien se dice tenía más poder y talento que equipos enteros.

“Un hombre cuyos roletazos dejaban hoyos sobre la tierra”.

Este hombre era Cristóbal Torriente.

De la carrera de Torriente sabemos poco debido a que no fue debidamente documentada, ahora bien, lo que si se sabe es que fue uno de los más grandes bateadores en la historia del deporte.

Sabemos que posee el mayor promedio de bateo en la historia de la liga cubana con .352, contaba con un potente brazo y corría veloz como un guepardo.

Miembro del Salón de la Fama de Cooperstown desde 2006, jugó en las Ligas Negras desde 1920 hasta 1928, colocando una línea ofensiva de .339/.427/.523, liderando la liga en OBP tres veces y acumulando 55 cuadrangulares y 530 carreras impulsadas en 646 partidos. Su WAR en las Ligas Negras es el tercero mejor de todos los tiempos. Desafortunadamente, debido a la barrera racial, Torriente nunca tuvo la oportunidad de demostrar su talento a nivel de Grandes Ligas.

Para esta serie de 10 juegos en 1920, Torriente estaba jugando con el Almendares, el club con el que brilló por muchos años en Cuba. Ruth por su lado fue llevado por John McGraw quien le pago US$20,000 para que fuese a impresionar a un público que nunca lo había visto en persona.

“Babe Ruth está jugando pelota invernal en Cuba”, escribieron en el Daily Illinois. “Hay informes de que los barcos que viajan de EE.UU. a La Habana están siendo reforzados con escudos para evitar ser torpeados por jonrones perdidos”.

La realidad fue otra, Ruth conectó un sólo cuadrangular y bateó .345 con cinco carreras anotadas y un triple en la serie. Esto provoco abucheos de parte de los fanáticos que esperaban que conectara de cuadrangular cada vez que bateara.

Mientras tanto, Torriente bateó .400 y disparó cuatro cuadrangulares en 35 turnos contra los Gigantes, tres de los cuales llegaron en un mismo partido. El público cubano estaba enloquecido apreciando la hazaña, lanzaban dinero en efectivo y relojes de oro al terreno.

“Estuve en La Habana en 1920 con Babe Ruth y como otros 12 jugadores de los Gigantes de Nueva York”, dijo en su momento Frankie Frisch. “Eso fue hace como 50 años, pero todavía recuerdo a Torriente. Creo que estaba jugando tercera base esa vez y dio un rodado cerca de mí. Una de esas veces en las que volteas a ver tu guante, porque quizás estaba allí. Pero no estaba en mi guante. La pelota hizo un hueco como de un pie en su camino al jardín izquierdo. ¡Menos mal que no yo no estaba de frente a esa pelota!”.

Para detener a Almendares, McGraw trajo envió a Ruth a lanzar, retirando este los tres bateadores que enfrentó en esa entrada. En la siguiente entrada, con dos corredores en las bases, Torriente conectó doble remolcador de dos carreras frente a Ruth.

“¡Torriente le robó el show a Babe!” salió  en todos los diarios al día siguiente.

Luego de esto, Ruth dijo en una ocasión:

“Díganle a Torriente y al lanzador José Méndez que, si pudieran jugar conmigo en las Mayores, ganaríamos el banderín en julio y nos iríamos a pescar el resto de la temporada”.