En sus primeras tres temporadas, que abarcaron más de 1500 PA, Altuve conectó solo 14 jonrones, con un slugging de solo .377, con un slugging microscópico aislado (ISO) de .092. En otras palabras, un bateador de sencillos puro. Lo que los latinos llamamos “alita corta”. El jugador de puro contacto pero nada de extrabases.
Además de la improbabilidad física de un hombre de solo 5’6”, bateando más de 30 jonrones en cada una de dos temporadas completas consecutivas, hay otras anomalías en esta extraña narrativa de José Altuve, el bateador de jonrones.
En 2021, su K% de 13.4 fue el más bajo de cualquier bateador con más de 15 jonrones. Fue el decimoquinto más bajo en la MLB, y todos los que tenían índices de ponches más bajos tuvieron cifras de jonrones de un solo dígito, excepto Yuli Gurriel.
Todos los demás bateadores con 30-35 jonrones en 2021 tuvieron un K% promedio de 22.7, casi un 10% más alto que el de Altuve.
Altuve ocupó el puesto 65 en porcentaje de swing (47) en 2021. Sin embargo, su porcentaje de contacto fue élite, 85.2, 13 en MLB. Solo un bateador con más de 15 jonrones calificó mejor que Altuve en porcentaje de contacto.
La razón principal del alto % de contacto de Altuve es su alto % de contacto fuera de la zona de contacto. ¿Se entiende? El noveno mejor en MLB con 77.2 %.
El BB% de Altuve (9,7), fue un 3,7% inferior a su K%. Entre los 62 bateadores con 25 o más jonrones en 2021, solo 5 tuvieron un diferencial más bajo. (increíblemente Juan Soto tenia un BB% casi el doble de su K%) Gran parte de esto no es sorprendente ni nuevo. Como siempre, Altuve tiende a hacer muchos swings, y su habilidad para hacer contacto incluso en malos lanzamientos mantiene su porcentaje de contacto alto y su porcentaje de ponches bajo. Lo que es sorprendente y único es que, si bien sigue siendo un bateador de contacto de élite, Altuve ha irrumpido simultáneamente en las filas de los bateadores de poder de élite consistentes. La mayoría de los bateadores de poder tienen mucho swing y fallan. José tiene mucho swing y golpe. Pero a diferencia de los bateadores de contacto típicos, es swing y golpea con poder. No siempre ha sido así, pero la pregunta es, ¿cómo llegó ahí?
Al principio de su carrera, Altuve enfatizó el contacto. Su porcentaje de swing ha sido consistentemente alto durante toda su carrera, pero en sus primeros años su porcentaje de contacto era de otro mundo, 89.4%. Tradujo esto en promedios de bateo altos, cosechando temporadas de 200 hits lanzando sencillos a todos los lados del campo y limitando los elevados. En consecuencia, su total de jonrones, SLG%, ISO y hard hit%s fueron extremadamente bajos.
En la era del MVP, Altuve comenzó a sumar poder a su juego sin perder la capacidad de rociar hits a todos lados del terreno. En otras palabras, su conjunto de habilidades de bateo era notablemente diverso. Podía conectar de jonron en lo profundo del prado izquierdo, pegar un roletazo a través de cualquier espacio en el cuadro interior, conectar un doble contra la pared en el prado derecho, incluso tocar de hit. En consecuencia, logró una línea ofensiva en 2017 de .346/.410/.547 con 24 jonrones. Su % de contacto duro e ISO aumentaron considerablemente, pero su % de atracción, % de FB y % de K se mantuvieron bajos.
Pero en la actualidad ha perdido algo de lo que siempre había tenido. Antes Altuve parecía saber cuándo volar las cercas y cuándo conformarse con la línea suave hacia su derecha.
Reciente, el % de contacto duro y el ISO los tuvo en puntos altos, así como los totales de jonrones, pero también hay una disminución en el % de contacto, promedio de bateo, OBP y un aumento en el K%. Pero lo más revelador es que el FB% y el pull%s de Altuve aumentaron drásticamente, números que se mantuvieron relativamente estables antes de 2019.
El nuevo Altuve es una decepción para quienes han seguido su carrera desde su gran año 2016. Si bien las tasas de ISO y contacto duro han aumentado, los resultados de rendimiento no están ahí. Sus estadísticas de línea ofensiva tradicional están bajas, al igual que su wRC+. Más jonrones ni siquiera se han traducido en un SLG% más alto.
Aún así, incluso en el año pasado con un promedio de .278, el más bajo de toda su carrera, muy pocos fuera de Houston se quejarían de un segunda base que conectó 31 jonrones con un wRC+ 30% mejor que el promedio de la liga.
Pero en contraste con su temporada de MVP de 2017, ahora es “solo el tercer mejor” segunda base por fWAR en MLB con 5.2. Qué ironía.
Así que José ha visto un ligero declive en su rendimiento incluso cuando sus números de jonrones han aumentado, ni ha sido por lo que algunos dicen que la “ausencia de trampas es la causa de este declive“. José Altuve no participó en el robo de señas. Su delito fue no delatar. Pero no engañó con su juego empleando ventaja desleal.
Hay quiénes dicen que a Altuve le afecta psicológicamente que le culpen de hacer trampa. Tal vez ese fue un factor en su corta temporada 2020, pero los patrones que hemos visto en los últimos tres años comenzaron antes de que salieran a la luz las trampas después de la temporada 2019 y han continuado hasta el día de hoy. Así que tal vez el “declive” de José se deba a la edad.
Declive entre comillas todo el tiempo, porque ciertamente se siente mezquino quejarse de tal producción. Pero suele pasar cuando eres un jugador de tan alto calibre, creando para ti mismo estándares tan altos.
Los jugadores envejecen de diferentes maneras a diferentes ritmos, pero jugadores como José en su edad de 29 a 31 años no suelen estar lejos de su máximo rendimiento o prime. Grandes intermedistas de todos los tiempos como Joe Morgan, Rod Carew y Craig Biggio, por ejemplo, tuvieron sus mejores temporadas por fWAR en sus temporadas de 31 años.
Parece que el “problema” de Altuve, es que ha adquirido el hábito de sacarla fuera del parque. Pero no. Lo ha sido el no estar empleando un enfoque más variado, está teniendo problemas para que su enfoque vuelva al punto óptimo que ocupó en sus años de la era MVP. José puede encontrar ese ritmo nuevamente, algo que se acerque a la excelencia que vimos en 2017 es posible una vez más.