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El Draft de Novatos de la Liga Dominicana de Béisbol (Lidom) celebrado esta semana reafirmó una tendencia cada vez más arraigada en el sistema de reclutamiento: la proyección de un jugador hacia las Grandes Ligas pesa más que su disponibilidad para contribuir de inmediato al torneo otoño-invernal. Este enfoque es una constante que deja en claro las prioridades de los equipos, quienes optan por desarrollar futuros talentos, aunque ello implique esperar varios años para que estos jugadores vean acción en la liga local.
El pasado miércoles, los seis equipos de la Lidom realizaron sus selecciones basándose principalmente en las capacidades de los jugadores para escalar a niveles más altos del béisbol profesional, dejando en segundo plano el criterio de impacto inmediato en el torneo. De las 96 selecciones, 79 fueron jugadores que debutaban en el draft, en su mayoría pertenecientes a las ligas menores en niveles de Clase A. Sin embargo, la realidad de estos prospectos suele estar marcada por un largo camino de desarrollo antes de llegar a contribuir en los estadios dominicanos.
La Dificultad de Ser Seleccionado en un Segundo Intento
Un aspecto que destaca en este proceso es lo complicado que resulta para un jugador ser elegido en una segunda oportunidad en la boleta. En esta edición del draft, 60 jugadores que ya habían sido parte del proceso el año anterior retornaron para intentar ser seleccionados nuevamente. A pesar de contar con una temporada más de experiencia y desarrollo, solo 16 de estos jugadores fueron elegidos, y apenas dos de ellos en las primeras cinco rondas, las más codiciadas por los equipos debido a la calidad e impacto que se espera de los jugadores seleccionados en esa etapa.
Este fenómeno plantea un interrogante interesante sobre la evolución de estos prospectos. Si bien han tenido más tiempo para perfeccionar sus habilidades, la dificultad para ser seleccionados nuevamente refleja las altas exigencias y expectativas que enfrentan los jugadores en Lidom. Uno de los casos más destacados fue el del infielder Pascanel Ferreras, quien tras alcanzar el nivel de Doble A fue seleccionado por los Gigantes del Cibao en la tercera ronda. Otro caso similar fue el del lanzador derecho Elison Joseph, quien también llegó a Doble A y fue tomado por el Licey en la cuarta ronda.
¿Disponibilidad o Proyección? El Dilema de la Lidom
El draft también resalta una cuestión crucial: ¿Es más importante para los equipos seleccionar jugadores con el potencial de alcanzar las Grandes Ligas o aquellos que puedan contribuir de inmediato a la competición local? En teoría, un jugador con una proyección clara hacia las Grandes Ligas puede traer beneficios económicos y de prestigio a su equipo en el largo plazo, pero en lo inmediato, la falta de disponibilidad de estos jugadores para participar en la liga de invierno puede tener un impacto negativo en el desempeño de sus conjuntos.
Esta dualidad se refleja en casos como el del joven Manuel Beltré, un torpedero que pertenece a los Toronto Blue Jays y que repitió en el listado de este año, siendo seleccionado en la ronda 14 por las Águilas Cibaeñas. Aunque su futuro parece prometedor, su contribución inmediata a la Lidom es incierta. Por otro lado, su compañero de promoción, Pedro Pineda, quien recibió un bono de US$2.5 millones por parte de los Atléticos en 2021, no fue seleccionado en el draft, evidenciando lo difícil que puede ser mantenerse relevante en el sistema a pesar del talento o los logros iniciales.
El Futuro del Béisbol Invernal: Entre Talento y Necesidad
El draft de la Lidom, con su énfasis en jugadores con potencial a futuro, pone de manifiesto un dilema inherente al modelo de desarrollo de la liga. Si bien la prioridad parece ser reclutar jugadores con miras a las Grandes Ligas, esto genera un desequilibrio en cuanto a la necesidad inmediata de talento disponible para competir. De los 188 jugadores que participaron en el sorteo, solo unos pocos tendrán impacto inmediato en el circuito invernal, lo que podría influir en la competitividad de algunos equipos en el corto plazo.
A medida que la Lidom continúa evolucionando, será interesante observar cómo los equipos logran balancear esta dualidad entre la proyección y la disponibilidad. El enfoque actual, centrado en el futuro, garantiza que el talento siga llegando a la liga, pero al mismo tiempo deja a los aficionados y equipos con la incertidumbre de cuándo podrán ver a estos jóvenes promesas en el terreno de juego. ¿Es este el camino correcto para el desarrollo del béisbol dominicano o se está sacrificando la competitividad inmediata en favor de un sueño a largo plazo?
El tiempo dirá si este enfoque logra consolidarse o si los equipos deberán reconsiderar sus prioridades en busca de un equilibrio que les permita seguir proyectando talento sin perder de vista las necesidades presentes de la liga.