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Las reglas están escritas por una razón. Si no está escrito, entonces no es una regla. Las hemos escuchado toda nuestra vida, a menudo inculcadas en nosotros, repetidamente, como una especie de evangelio.
- No toques para romper un juego sin hits.
- No pises el montículo del lanzador cuando estés saliendo al campo.
- No pises las líneas cuando estés entrando o saliendo del campo.
- No robes ni hagas swing en un lanzamiento 3-0 si estás arriba por más de X carreras.
- No admires un jonrón que conectes ni te pavonees por las bases (el llamado perreo)
- No hables con un lanzador que está en medio de un juego sin hits.
…y muchas otras.
Nada como acompañar la temporada MAX pelotera ⚾️ con el snack perfecto para la picadera. 😏 💙 Galletas MAX. No hay hambre que les gane.
Los pelotazos son cosa de todos los días en el béisbol y puede haber una variedad de consecuencias, dependiendo de varios factores alrededor de esa acción como la potencia del golpe, la parte del cuerpo del bateador que fue impactado, la intención o no intención del pitcher de propinar el golpe, el momento partido y la circunstancia particular en el que sucede, la reacción de los compañeros del pelotero golpeado, sin embargo, hay un resultado indefectible: el reglamento otorga la primera base al jugador que recibió el pelotazo.
Los fanáticos del béisbol discuten sobre las reglas no escritas todo el tiempo. Y una de las más controvertidas es la de: “Si un lanzador golpea a un compañero, golpee usted a uno de los suyos”.
Esta “regla no escrita” mete a los equipos en problemas de gran manera, pues lleva a expulsiones, y potencialmente multas y suspensiones, dependiendo de la severidad del incidente.
Justo eso aconteció en el partido celebrado antes de ayer en el Estadio Quisqueya; partido que forma parte de la temporada regular de la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana donde el jugador del conjunto azul, Jorge Alfaro, estará fuera de acción de cinco a siete días en el campeonato de béisbol invernal luego de que el domingo pasado recibiera un pelotazo en el rostro. Así informó el gerente general de los azules, Audo Vicente, tras el partido en el que cayeron derrotados 4-7 los Tigres del Licey enfrentando a las Águilas Cibaeñas.
El toletero colombiano fue golpeado en la región mentoniana izquierda, por un lanzamiento del abridor de las Águilas, Gerson Garabito, en la cuarta entrada de ese encuentro, causándole una herida que requirió de 12 puntos de sutura, siete exteriores y cinco en el interior, informó su equipo. No presentó contusión cerebral.
La situación del jugador no es de gravedad, pero son cuidadosos por la ubicación del pelotazo que recibió.
El doctor del Licey, David Abreu, recomendó que lo más prudente es que Jorge Alfaro utilice otro tipo de casco protector y evitar incidentes como este.
El absurdo de lo no escrito
Luego del golpe a Alfaro, el ambiente se tornó tenso, al punto que en la octava entrada el relevista del Licey, Jonathan Aro le realizó un picheo que le pasó cerca de la espalda al receptor de los cibaeños, Carlos Paulino, lo que provocó que las bancas de ambos equipos se vacearan y derivó en la expulsión tanto de Aro como de Paulino.
Eso no bastó, y en el noveno, el relevista de los azules, Wander Suero, golpeó al grandes Ligas Christopher Morel, lo que provocó que fuera expulsado del partido por los árbitros.
Sin embargo, lo que podría haber sido un episodio más en la larga historia de conflictos en el béisbol, se convirtió en un ejemplo de deportividad gracias a la serenidad de Morel. A pesar de haber sido claramente golpeado a propósito se retiró a primera base con una calma que contrastaba con la intensidad del momento. Su reacción mostró una comprensión fundamental: que en el campo de juego se está allí para competir, para demostrar habilidades y contribuir al espectáculo con profesionalismo.
Imagínese si la reacción de Morel hubiese sido más tradcional, apegada a esos principios no escritos…
Christopher Morel, un talento en ascenso con un impresionante historial en las Grandes Ligas y AAA, es el tipo de atractivo que eleva nuestra liga.
No podemos poner en riesgo la integridad de las estrellas del juego: los jugadores. Ellos son la historia, el presente y el futuro de la LIDOM. Menos ampararnos en absurdos como esas reglas que ni siquiera existen.
Lo que sí está escrito
Los pelotazos están contemplados en la regla 5.05, inciso (b), apartado 2:
(b) El bateador se convierte en corredor y tiene derecho a primera base sin riesgo de ser puesto “out” (siempre y cuando avance hacia la primera base y la toque), en los siguientes casos:
2. Es tocado por un lanzamiento al que no intenta batear, a menos que (a) La bola esté en zona de “strike” cuando toca al bateador; o (b) el bateador no hace ningún intento de evitar ser tocado por la bola.
¿Qué pasa cuando un bateador es golpeado por un lanzamiento del lanzador?
El bateador gana la primera base. Si hay corredor en esa base este último avanza a segunda base. Si las tres bases están ocupadas, el equipo al bate anotaría una carrera y las tres bases seguirían ocupadas lo que se da en llamar “carrera de caballito”.
Hay que destacar que este lance del béisbol se llama “dead ball”, “pelota muerta” en español. Es decir que el juego se paraliza y no puede haber más movimiento de corredores que el ya explicado.
Como es lo natural, la aplicación de la regla queda al juicio del umpire de home, quien decidirá si el bateador no se colocó a propósito en el camino del lanzamiento o si fue impactado en su intento de batear la pelota; en esos casos, no concederá la primera base por pelotazo.
También se debe aclarar que se considera pelotazo el hecho de que la pelota haga contacto aunque sea solo por roce con el uniforme del bateador, al considerarlo parte de su cuerpo.
Igualmente, el umpire principal tiene la autoridad para expulsar al lanzador e incluso al mánager del equipo a la defensiva si considera que el pelotazo propinado fue a propósito; aún más, si hay intención de pasar la pelota muy cerca del cuerpo o específicamente de la cabeza del bateador también podrá hacer la advertencia de expulsión.
¿Por qué los lanzadores golpean con picheos a los bateadores?
La gran mayoría de pelotazos se deben a lanzamientos que se escaparon del control del pitcher, sin embargo, también “se recetan” con el propósito de desquitarse de alguna acción que se considera indebida por parte de algún jugador rival, que puede ir desde una provocación, alguna burla, algún insulto o alguna otra situación especial, como un conflicto particular entre jugadores.
Algunos lanzadores harían este tipo de cosas luego de permitir un cuadrangulary ser “perreados”. Algunas veces los lanzadores golpean a los bateadores porque están enojados.
En el caso particular del partido del domingo de las cuyayas vs los bengaleses el lanzador Gerson Garabito declaró que no fue intencional, y de igual manera se disculpó: “Mis disculpas si se pudo malinterpretar, nunca la intención es golpear en el rostro a nadie», manifestó al finalizar el encuentro entre Licey y Águilas.
El joven abridor, agregó que su plan de trabajo para enfrentar a los azules siempre fue lanzar pegado: «Mi plan desde el inicio fue lanzar adentro, si se fijan, el receptor estuvo detrás de los bateadores siempre. Pronta recuperación para Alfaro», aseguró el picher quien obtuvo su primer triunfo en LIDOM con actuación de cinco ceros de un solo hit, otorgó dos transferencias y ponchó a dos.
De cualquier manera, el umpire podrá expulsar al lanzador si considera que está tomando revancha o si quiere lastimar a propósito a un rival.
La crónica de una imprudencia
Los managers veteranos hablarán sobre la importancia de los lanzamientos de venganza para mantener el equilibrio de la competencia. Si un lanzador en el otro equipo golpea de forma accidental a los bateadores de forma repetida, entonces debe haber una respuesta, para asegurar que los errores no sigan ocurriendo.
El cronista deportivo y narrador del equipo Tigres del Licey, Franklin Mirabal, es claramente de esa corriente de pensamiento del código de Hammurabi “ojo por ojo, diente por diente” (solo que esas sí estaban escritas), y cada cual tiene sus criterios propios.
No obstante, se debe estar consciente de la repercusiones de nuestros actos desde el sitial nos encontremos y nuestro deber ser.
En plena cadena azul, en medios masivos de transmisión, Mirabal siquiera maquilló sus acusadores e incitadores comentarios. Primero dando como verdad que el pelotazo de Garabito a Alfaro fue intencional, y segundo incitando a que fuesen golpeados en consecuencia peloteros del rival.
Pese a que algunos vieja escuela y fanáticos que vieron las acciones con azul en sus ojos apoyaron la moción, la generalidad tomó como inadecuadas las declaraciones del popular y recién premiado narrador. Sus declaraciones causaron malestar en fanáticos de todos los colores. Se llegaron a leer pronunciamientos de sanción por parte de la liga para el periodista deportivo.
Y es que, en medio de las emociones debe primar la veteranía y lo profesional. El calor de momento no debería hacernos olvidar por unos instantes el poder de un micrófono y cómo impactamos a nuestro alrededor, sobretodo en una posición tan influyente donde se conecta con la gran audiencia que sigue la pelota.
Nuestro béisbol es el deporte rey en el país, y de los temas que más despierta pasiones. Estamos seguros que Mirabal en ese minuto no contempló que no importaba si en la cueva azul quizás no le escuchaban, sino que miles de fanáticos de los equipos con la más acérrima rivalidad sí. Y ello solo contribuía e invitaba a la disputa y el desorden.
Lo bueno es que más adelante parece lo comprendió y ofreció estas disculpas:
“Así como el Presidente de las Aguilas pidió «Disculpas» luego de poner «En entredicho» la carrera de Emilio Bonifacio con «El bate negro». Así como el pitcher de las Aguilas pidió disculpas a Aquamán por el «Terrible bolazo». Yo también pido disculpas por mis comentarios en la transmisión del Licey. El dolor de ver herido a Aquamán me afectó”, escribió Franklin en su cuenta de X, al tiempo que pidió jugar limpio y en paz.
Decimos “parece” pues más que una acción tras la reflexión sobre un yerro luce como una “tiraera”, de esas de la cultura del hip-hop, repletas de ironía. Sin embargo, lo importante no es cuestionar el fondo de esas disculpas, es aceptarlas y quedarnos sobretodo con la parte de “jugar limpio y en paz”.
Este tipo de cosas debe detenerse. De hecho, un lanzador que va tras un bateador con una pelota podría incluso ser peor debido a la premeditación envuelta en esto. Tiene que haber un cambio en el pensamiento sobre lo que es aceptable en el béisbol.
Consecuencias fatales
Las reglas han cambiado para proteger a los receptores y a los corredores de los choques en el plato, y para evitar lesiones a los jugadores del medio del cuadro en deslizamientos en la segunda base.
Si las Grandes Ligas, que es el organismo que emulamos, han cambiado pedazos del juego en aras de la seguridad de los jugadores, surge la pregunta de forma retórica, ¿qué ha pasado con tomar pasos para detener a los lanzadores para que dejen de usar pelotas como armas cuando se les venga en gana?
Después de todo, el bateador está completamente indefenso ante el acto de un lanzamiento a propósito. No hay nada que represente ser duro o tener agallas en el acto de lanzarle una pelota a propósito a un bateador. Lanzarle una pelota a un bateador a propósito es cobarde.
Por supuesto, también los pelotazos pueden provocar lesiones de diversa gravedad, principalmente, cuando llegan a impactar la cabeza o el rostro del bateador.
La única muerte registrada en durante un partido de beisbol en las Grandes Ligas ocurrió por un pelotazo. El 16 de agosto de 1920, Carl Mays, pitcher de los Yankees de Nueva York, golpeó con la pelota en la cabeza a Ray Chapman, short stop de los Indios de Cleveland, quien cayó fulminado. Chapman fue trasladado a un hospital, sin embargo, falleció al día siguiente.
Por ello, con el paso del tiempo se hizo obligatorio el uso del casco para el bateador y, también para los coaches de primera y tercera base.
Sólo hay una forma de jugar béisbol: cada bateador debe buscar llegar a la base. Todo corredor de base debe buscar anotar. Mientras el equipo a la defensa busca limitarles. Nunca dejar de luchar hasta el final. Es cuanto.