En una jornada marcada por la incertidumbre, el joven Mick Abel dejó una huella imborrable en su estreno en Grandes Ligas, dominando al as de los Piratas y dejando claro que el futuro de los Phillies pasa por su brazo derecho.

El béisbol, como la vida, tiene una manera peculiar de sorprender. Justo cuando los Phillies de Filadelfia necesitaban una chispa, un motivo para creer, apareció un joven de 23 años con el temple de un veterano y la determinación de un guerrero. Mick Abel, en su primer juego en las Grandes Ligas, no solo cumplió: deslumbró.

Ante un Citizens Bank Park abarrotado con más de 44 mil almas y frente a un rival de alto calibre como Paul Skenes, Abel protagonizó una de las actuaciones más memorables que se recuerden en un debut. En seis entradas impecables, el derecho permitió cinco hits, no otorgó boletos y ponchó a nueve, igualando un récord de franquicia vigente desde 1947.

Un debut de leyenda, según sus propios compañeros

“Es el mejor debut que he visto en mi vida”, declaró sin rodeos el cerrador Jordan Romano, quien confesó sentir presión extra por preservar la victoria del novato. Y no era para menos: la actuación de Abel no fue solo eficiente, fue dominante. De sus 84 lanzamientos, 62 fueron strikes, un 74% que refleja una madurez insólita para alguien que apenas pisa las Grandes Ligas.

El mánager Rob Thomson lo sintetizó con precisión quirúrgica: “Lanzó strikes, manejó su repertorio, y mantuvo su compostura. Fue muy, muy impresionante”.

Del fracaso al resurgimiento: la historia detrás del éxito

Lo más impresionante del caso Abel es su contexto. En 2024, su paso por Triple-A fue decepcionante: 6.46 de efectividad y evidentes problemas de control. Pero lejos de rendirse, el joven prospecto —selección de primera ronda en 2020— optó por reconstruirse. En 2025, mostró señales claras de evolución: récord de 5-2, efectividad de 2.53 y un dominio mucho más consistente en Lehigh Valley.

“El gran cambio fue interno. Aprendí a conocerme mejor y redefinir lo que significa el éxito”, confesó Abel. “Decidí mejorar un 1% cada día”.

Ese enfoque, casi filosófico, lo llevó a un debut en el que su recta alcanzó las 98 millas por hora, con toques de 99. Pero no fue solo velocidad: sliders, curvas y cambios se combinaron con inteligencia y precisión, desarmando por completo a la ofensiva de Pittsburgh.

Un día oscuro que se tornó histórico

La magnitud de su actuación cobra más valor si se considera el contexto del día. Horas antes del partido, el equipo recibió un golpe duro: José Alvarado, uno de los pilares del bullpen, fue suspendido por 80 partidos tras una violación a la política de sustancias. La moral del equipo se tambaleó. Pero la respuesta fue ejemplar: no solo Abel brilló, sino que Kerkering, Strahm y Romano lanzaron tres entradas perfectas para sellar la victoria por la mínima, 1-0.

Ese único y valioso tanto llegó gracias al esfuerzo de Brandon Marsh, quien evitó una doble matanza y permitió que Nick Castellanos cruzara el plato.

“Después de lo que pasó con Alvarado, lo de hoy fue doblemente satisfactorio. Así es como se ganan los partidos de playoffs”, reflexionó Thomson.

El sueño no termina, aunque el retorno a Triple-A sea inminente

A pesar del brillante estreno, Mick Abel regresará momentáneamente a las menores cuando Taijuan Walker esté listo para retomar su puesto en la rotación. Pero su mensaje fue claro y esperanzador:

“Quiero volver. Quiero pelear por un equipo ganador como este. Significa todo para mí”.

El mánager no dudó en augurar su futuro inmediato: “Si sigue lanzando así, no tengo dudas: volverá muy pronto”.

Conclusión: el nacimiento de una nueva esperanza

Lo que hizo Mick Abel el 18 de mayo de 2025 no fue simplemente lanzar bien. Fue entregar una lección de resiliencia, concentración y pasión. En un momento de incertidumbre para los Phillies, su brazo trajo calma, esperanza y una nueva narrativa.

Su debut no solo se recordará por las estadísticas, sino por la forma en que transformó un día gris en uno inolvidable. Y aunque por ahora regrese a las ligas menores, su nombre ya se escribe con tinta dorada en el libro de promesas convertidas en realidad.

El futuro de Filadelfia tiene nuevo protagonista. Y su nombre es Mick Abel.

MLB