Detrás del gran éxito del dominicano, hay muchas historias de momentos difíciles y sacrificios que no logramos ver. El papá de Ortiz revela algunos por los que pasó su retoño.
Un padre orgulloso, emotivo y reflexivo conversó con el medio Noticias Sin, en una entrevista en la que describió cómo se enfrentó a un David desencantado e impactado emocionalmente por la degradación profesional. El padre, Leo Ortiz, fue determinante en la continuidad y posterior éxitos de su hijo en Las Grandes Ligas.
El mentor y guía del nuevo inmortal del Salón de la Fama de Cooperstown narró cómo su hijo, vivió una decepción al ser bajado a Triple A y estuvo a punto de colgar los clavos por el inesperado revés en Las Mayores.
“Cuando a él lo bajaron de Minnesota para Triple A, él dijo que no iba a jugar más, ese muchacho quería morirse”.
David se sintió desencantado e impactado emocionalmente por la degradación profesional de la que había sido objeto “eso fue un trabajo duro con él porque después yo tuve que caerle atrás”, precisó Leo.
“No voy a jugar más pelota, papi”. Era a lo que estaba determinado en ese momento, el joven pelotero profesional que ni siquiera quería comer. Big Papi estuvo renuente. Parecía haberlo decido. Don Leo se sentía culpable:
“Me culpé de eso, en una forma de un padre veterano para tratar de convencer al muchacho que estaba renuente”.
El padre, sabía que era una batalla, no la guerra. Habrían muchas otras batallas que librar si quería lograr el éxito. Así que en su discurso para hacerle entender que no era momento de renunciar lo inició así:
“Si tenemos que irnos nos vamos, este juego es de los norteamericanos, pero vamos a hablar”
Le confío cómo se sentía como padre. Se sentía culpable de la situación porque fue él quien le aconsejó que dejara el colegio y se dedicara solamente a jugar pelota y que si lo hacía mal retomaría los estudios. El resto de las palabras dedicó Leo Ortiz a su hijo prosiguió así:
“Sí yo te dejo estudiando tú serías licenciado, abogado periodista o cualquier cosa de esa, y no hubiéramos estado con este problema con los norteamericanos aquí. Yo siendo el culpable de esta situación, que te metí a jugar pelota porque tú querías jugar básquetbol, yo soy el culpable”
Concluyó la charla diciendo: “Tú vas para Triple A porque yo no me voy a sentir culpable.”
Al día siguiente lo levantó temprano, le preparó el bulto y lo llevó. Apenas tenía dos años que había firmado con el equipo de Minnesota.
“Son muchos los peloteros que en las mismas condiciones que él se han quedado en el camino porque no han tenido a alguien, si yo no hubiese estado ahí, él se hubiera ido y se hubiera quedado en New York como muchos muchachos, amigos de él con iguales o mejores condiciones que él.”
Fue un gran día para los Ortiz. Fue un momento salvador. Del cuál no tenían entonces idea del impacto y la repercusión de haber tomado esa decisión. Hoy día David Ortiz es el cuarto Salón de la Fama nacido en República Dominicana y a penas el tercer bateador designado en conseguirlo.
Sobre la llegada de su prole al Salón de la Fama dijo con orgullo, Leo:
“Para la familia esto algo grandioso, el que más lo asimila hasta más que él, soy yo porque yo siempre he estado en espera de esto y yo encuentro que en el béisbol para el hijo mío, misión cumplida, esto es el tope de béisbol.”
Y así es, es más que un broche de oro culminar la carrera en el “Hall of Fame”, no es posible conseguir mayor distinción.