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Cuando los Philadelphia Phillies parecían destinados a caer nuevamente ante sus rivales divisionales, los New York Mets, en el Juego 2 de la Serie Divisional de la Liga Nacional, surgió la figura icónica de Bryce Harper para encender la chispa de un equipo que se negaba a bajar los brazos. Con una referencia tan filadelfiana como simbólica, Harper afirmó: “Rocky estaría orgulloso”. Estas palabras capturaron no solo la esencia de la victoria, sino el espíritu de lucha que caracteriza a un equipo que, al igual que el legendario boxeador, se levantó una y otra vez para dar batalla.

Un inicio tambaleante, pero con corazón de campeón

El panorama inicial para los Phillies no era alentador. Venían de sufrir una derrota sorpresiva en el primer partido de la serie y el equipo parecía dirigirse hacia otro descalabro tras encontrarse abajo en el marcador por dos carreras en la tercera entrada, gracias a los bates oportunos de los Mets. Con la confianza mermada y los fantasmas del Juego 1 todavía presentes, el equipo necesitaba algo más que solo talento para revertir la situación. Fue entonces cuando la figura de Harper, conocido tanto por su garra como por su calidad en el diamante, se alzó.

Bryce Harper: el héroe necesario

En la sexta entrada, Harper conectó un jonrón de dos carreras que empató momentáneamente el juego. No solo fue un momento clave en el partido, sino una inyección de ánimo para un equipo que parecía desconectado. Su actuación no terminó ahí. Harper, junto a Nick Castellanos, protagonizó una remontada que encendió el Citizens Bank Park, demostrando que, aunque las estadísticas puedan estar en su contra, nunca se puede subestimar a un grupo con alma de guerrero.

La frase de Harper, en referencia a Rocky Balboa, no fue solo una muestra del apego cultural a la ciudad, sino una reflexión de la mentalidad con la que el equipo afrontó el juego. En una serie donde perder los dos primeros encuentros hubiera significado prácticamente una sentencia de eliminación, el carácter de Bryce resonó en todo el estadio, contagiando a sus compañeros de esa fe inquebrantable en el trabajo duro y la persistencia.

Una serie llena de golpes y respuestas

La séptima entrada fue un intercambio de golpes. Los Mets respondieron rápidamente con un jonrón de Brandon Nimmo que nuevamente los puso por delante. Sin embargo, los Phillies no se amedrentaron. Bryson Stott, con un triple electrizante, impulsó a Harper y Castellanos para darle a Filadelfia su primera ventaja del encuentro. Lo que parecía ser el golpe final, llegó cuando JT Realmuto llevó a Stott al plato con un sencillo que les daba un respiro a los Phillies, elevando la pizarra a 6-4.

El último golpe: Como Rocky, los Phillies no se rinden

Pero si algo nos ha enseñado la rivalidad entre los Mets y los Phillies es que nada está escrito hasta el último out. En la novena entrada, Mark Vientos de los Mets conectó un jonrón que volvió a poner a Nueva York al frente, 7-6, lo que podría haber sido el golpe de gracia para cualquier otro equipo. Sin embargo, los Phillies, al igual que Rocky Balboa en su icónica lucha contra Apollo Creed, se negaron a caer.

Con dos outs en la novena y después de un boleto a Trea Turner y otro a Harper, Castellanos se encargó de sellar la remontada con un sencillo que impulsó a Turner desde segunda base, desatando la euforia en Filadelfia. Fue una victoria agónica, pero a la vez épica, que demuestra que, aunque los Phillies puedan tropezar, siempre estarán dispuestos a levantarse y pelear hasta el final.

Una serie que promete más drama

Con la serie empatada 1-1, los Phillies viajarán a Nueva York para el Juego 3, donde buscarán mantener el impulso y, por primera vez en la serie, ponerse al frente. Harper, Castellanos y compañía han demostrado que pueden lidiar con la adversidad y salir victoriosos. Pero en una rivalidad que parece tomar dimensiones casi cinematográficas, cualquier cosa puede pasar.

El ADN luchador de Filadelfia

La conexión entre Harper y el icónico Rocky Balboa es más que simbólica. Ambos representan el ADN de Filadelfia: una ciudad que no se rinde, que pelea con el corazón y que, aunque pueda ser derribada, siempre vuelve a levantarse. Los Phillies, con su resiliencia, han dado una lección de que el deporte, como la vida, se trata de cómo uno se levanta tras caer. Con el espíritu de Rocky como estandarte, este equipo está listo para seguir peleando.

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