David Ortíz conocerá su destino en el Salón de la Fama esta noche.
Durante la última década, el proceso ha girado en torno a las candidaturas de Barry Bonds y Roger Clemens, los dos mejores jugadores de su generación, pero sospechosos de hacer trampa con esteroides.
Sí, Ortíz apareció en una lista de jugadores que pueden haber dado positivo por PED en 2003. Y sí, pasó la mayor parte de su carrera como bateador designado, brindando valor solo en un lado del juego. Pero la llamada a Cooperstown se da por sentada.
En su trayectoria en Las Mayores, hay varios lanzadores actuales y ya no activos que podrán tener de consuelo el hecho de que fueron dominados por un miembro del Salón de la Fama.
No sorprende que Ortiz haya masacrado lanzadores en su carrera, pero hablaremos de uno en particular, un pitcher de sello All-Star, incluso este lanzador activo es un seguro miembro del Hall en Cooperstown: Max Scherzer
Califica como una sorpresa, simplemente porque cuando Scherzer se unió a los Tigres en 2010, estaba en camino de convertirse en un ganador del premio All-Star y Cy Young. Eso no significó nada para Ortíz, quien bateó .429 con tres jonrones y un OPS de 1.472 en 25 apariciones en el plato frente a uno de los mejores lanzadores de esta generación.
Ortíz saludó a Scherzer con rudeza, y conectó un jonrón al joven derecho las dos primeras veces que lo enfrentó en mayo de 2010. La primera fue un batazo de 459 pies hacia la explanada del jardín derecho. El segundo fue un batazo imponente al aue Scherzer se refirió casi una década después cuando Ortiz lo entrevistó durante la Serie Mundial de 2019.
“Todavía hay una pelota en órbita que golpeaste cuando estaba en Detroit” le dijo Max.
Ortíz conectó un jonrón ante Scherzer nuevamente durante su campaña Cy Young en 2013, en el Juego 2 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana de ese año.
En el último turno al bate de Ortiz contra Mad Max en 2014, persiguió al as con un doble productor.
Era una fuerza ofensiva, el rostro de una ciudad ruidosa y un monstruo en el escenario más grande. Lo llamámos Big Papi, pero sus compañeros de equipo lo llamaban “Big Pun” por Big Punisher, y él era una fuerza descomunal del madero. Pueden preguntarles a esos tres.
Ortíz, si bien el principal impulsor de la consagración es obviamente el desempeño, el cuál lo consagra con creces, también se debe hacer espacio para reconocer el poder de la personalidad. Ortiz fue una de las estrellas más coloridas del deporte durante más de una década, llevó a los Medias Rojas a su primer título en casi un siglo en 2004 y luego desempeñó un papel fundamental en dos campeonatos más antes de renunciar en la cima de su juego en 2016.
Para hacer la anécdota más curiosa, para Fernando Tatis Jr., la joven estrella de talento generacional el lanzador más difícil le ha tocado enfrentar ha Sido precisamente Max Scherzer. Pongamos que, la grandeza persigue a la grandeza.