Aquella fría noche de marzo en 2006, en el Petco Park de San Diego, con el out a Yulieski Gurriel murió la mística que hasta entonces tenían los elencos cubanos en el contexto beisbolero internacional y sí, en una especie de relación antagónica, el mejor resultado en la arena internacional sentó las bases para un período posterior de crisis y fracasos constantes en el llamado pasatiempo nacional.
Aquel día, hace ya dieciséis años, Cuba caía ante Japón 10 carreras por 6 en la discusión de la medalla de oro en el primer Clásico Mundial de Béisbol, sentando una actuación sin precedentes en la historia de este deporte, desde el mismo instante que se eliminara el profesionalismo en la Isla tras la llegada de Fidel Castro al poder, casi cinco décadas atrás, para ese entonces.
La gran prueba
Fue la gran prueba de fuego para el dominante seleccionado criollo que había mandado a placer en cuanto torneo amateur se desarrollara en la segunda mitad del siglo XX, incluyendo Copas Mundiales, Intercontinentales y Juegos Olímpicos; fue la gran prueba y se pasó, pues el nivel de la selección cubana le permitió chocar de poder a poder con los potentes conjuntos caribeños, Dominicana, Puerto Rico y Venezuela.
La especulación acabó, el legado de tantos grandes, Adolfo Luque, Conrado Marrero, José de la Caridad Méndez, Martín Dihigo y Orestes Miñoso, por solo citar, ese legado estaba bien vivo y a pesar de la derrota, la medalla de plata supo a gloria, tal vez como un último canto de cisne en cuanto a actuaciones colectivas en la arena internacional se refiere.
La debacle
Desde entonces, solo la medalla de oro en la Serie del Caribe de San Juan en 2015 ha maquillado un poco la debacle provocada por un cúmulo de sucesivas derrotas en cuanto evento ha participado un combinado cubano; dígase Olimpiadas, Mundiales, las otras ediciones de los Clásicos Mundiales y Series del Caribe.
La situación es real, la fuerte crisis económica y social ha sumido al país en un perenne dilema donde sobrevivir al costo que sea es palabra de orden y el béisbol no escapa a ello.
La emigración, con todos los matices que la componen ha influido en el nivel cada vez más bajo de la Serie Nacional de Béisbol, el máximo torneo beisbolero en Cuba y por ende en la calidad de los equipos nacionales; al punto que, en el Preolímpico de Florida en 2021, los cubanos no pasaron de la fase de grupo.
La urgencia
Todos coinciden en la necesidad de un cambio, en todos los sentidos, en cuanto a mentalidades, conceptos y métodos nuevos de enseña y de dirigir y la apuesta de un acuerdo entre la MLB y la Federación Cubana parece un buen mecanismo para canalizar posibles soluciones, pero igual, se necesita más y en buena medida voluntad política para viabilizar las mejores ideas.
En este sentido, con el tema del V Clásico Mundial de Béisbol acaparando titulares, todavía trasciende la elección de Armando Johnson como nuevo director del equipo Cuba.
La polémica crece con el paso de las horas, pues el secretismo imperante, propio del manejo mediático que llevan a cabo los entes de poder en la Isla, esta postura mantuvo en vilo durante semanas a la afición y a los especialistas, manteniendo en total hermetismo el asunto de los posibles candidatos y de quien debía ser el elegido.
La sorpresa
El suceso no ha dejado de sorprender, pues si bien Johnson había destacado por sus buenos resultados con el equipo de los Piratas de la Isla de la Juventud en los clásicos nacionales, sumando un meritorio tercer lugar en 1999; si bien es así, se trata de un director que no ganado título alguno, además de que fuera de la Serie Nacional, solo cuenta con la medalla de plata en el panamericano Sub 23 de hace unos meses.
De igual modo, no era de los preferidos de la afición, ni estaba remotamente entre los que se barajaban para el cargo, dígase Alfonso Urquiola, con reconocido prestigio en México y Panamá, quien fuera el director de los Vegueros de Pinar del Río en la Serie del Caribe de San Juan y uno de los hombres de béisbol más respetados por la fanaticada.
Para muchos Urquiola era el hombre capaz de aglutinar al mejor grupo, sumando peloteros vinculados a la Federación con los que pudieran llegar de Grandes Ligas, la Liga Koreana o las Grandes Ligas de Japón, NPB y este es el aspecto más importante a tener en cuenta debido a que existe el criterio generalizado de que solo con esta variante, Cuba podría llevar una escuadra competitiva otra vez al Clásico Mundial.
Otros candidatos
Y hablo de Urquiola, pero también estaban los casos de German Mesa, reconocido campocorto de Industriales de La Habana y de la selección nacional, además de Rey Vicente Anglada, con un estatus similar al de Alfonso Urquiola o el controversial Víctor Mesa, pero nunca, en ningún escenario se pensó ni se pensaría en Armando Johnson.
No es momento para querer innovar e inventar demasiado, es cuestión de pragmatismo y de tener variantes lógicas para avanzar y recuperar la gloria perdida, tal vez no soñando con tener a un José Abreu, Yuli Gurriel, Randy Arozarena, Yoan Moncada o Yordan Álvarez, pero si a buenos jugadores como Henry Urrutia, Félix Pérez, Yasiel Puig, Yoenis Céspedes o Dayan Viciedo que bien podrían ser convocados.
Un feo precedente
Los ecos del último Clásico Mundial en 2017 están bien frescos en la memoria con aquella derrota por nocaut ante Holanda en el juego final de la segunda ronda y todos quieren pasar la página y mirar adelante, pero con politizaciones y medidas absurdas que solo perpetuarían esa especie de pesadilla muy poco se podría lograr.
En lo personal no creo que Armando Jonhson sea la mejor opción para sumir el rol de director, un puesto que no es para cualquiera, la gracia de Urquiola se imponía pero que sean los hechos los que dicten la última palabra.