En el deporte hay momentos definitorios, instantes que cambian la perspectiva de un equipo y de un jugador para bien o para mal, para ganar o perder y en este punto el juego de hace unos días entre Medias Blancas de Chicago y Gigantes de San Francisco, es una muestra de ello.
Los de la Liga Americana sacaron todo su arsenal de pitcheo y sometieron al elenco de la bahía 1-0, dando muestras de una gradual recuperación y de como las cosas van tomando buen rumbo para los de la ciudad de los vientos.
En este contexto emerge un nombre, Eloy Jiménez, pues si bien el pitcheo de los dirigidos por Tony La Russa se ha mantenido a buen nivel, los bates siguen estando algo fríos y el caribeño bien puede ser un revulsivo en este entorno competitivo.
Una especie de clamor popular
Si hay algo que se admira en Eloy Jiménez es siempre esas ganas de estar, de seguir buscando su mejor versión, de desechar dudas y mostrar sus dotes de estelar y por ello, su epopeya para regresar al roster de 40 de los Medias Blancas de Chicago adquiere ribetes casi épicos, como de novela o tragedia griega; avance, retroceso, otra vez la pausa, una, dos, tres y de nuevo a retomar el camino; es una idea que por si sola da la mejor impresión.
Y en el South Side, todos quieren ver otra vez a Eloy Jiménez vistiendo la franela del equipo grande de los Medias Blancas de Chicago, más allá de dudas e interrogantes sobre su condición física o sobre la efectividad de su bateo.
La expectativa
El propio Tony La Russa declaró en días recientes a NBC Sports en Chicago, que no ve la hora para el dominicano vuelva a la acción, pues el equipo necesita de su aporte, como sea.
El timonel dejó entrever que, a finales de esta misma semana, quizás comienzos de la próxima, justo antes de la pausa por el Juego de Estrellas, Eloy podría estar de vuelta y nadie mirara que ahora mismo en triple A batea para menos de 200 con un solo jonrón y tres impulsadas o que su talón de Aquiles podría no estar preparado para largas andaduras en los jardines, nadie piensa en eso, pues un bate como el quisqueyano puede encenderse en cualquier momento.
El impacto
Con Jiménez se va del tedio a la admiración, pues a veces su forma, su ritmo, su proyección, tiende a aburrir, pero después, de pronto se transforma y luce como el mejor del juego, se acuerda que tiene condiciones para ello, confía y pierde pelotas a más de 400 pies y hace atrapadas estelares en los jardines.
Los White Sox lo necesitan, ya van recobrando el paso rumbo a la primera mitad de temporada y al momento de escribir este texto juegan para 500 en los últimos diez partidos y con forja de 38-39 comienzan a mirar Mellizos y Guardianes.
Al momento de su salida por lesión, Eloy Jiménez dejaba una línea ofensiva de 222 de average, con 1 jonrón y 7 carreras impulsadas, todo ello en 36 comparecencias al bate.