Francisco Mejía uno de los receptores más versátiles del béisbol moderno. Con apenas 1.73 metros de estatura y siendo un bateador de ambos lados del plato, rompe los esquemas y ese modelo tradicional de catcher pesado y corpulento que estamos acostumbrados a ver en las Grandes Ligas.
Lleva poco más de 5 años en la MLB y ha podido consolidarse como uno de los mejores en su posición, sobre todo en los Rays de Tampa, equipo donde milita actualmente y donde ha demostrado que puede batear y defender con bastante eficiencia.
En en este momento, su línea ofensiva de .306/.297/.528 producto de 11 imparables en 37 turnos habla por sí sola y da crédito de lo que hemos dicho de él hasta ahora. Compartiendo la posición con su colega Mike Zunino ha demostrado que puede ser una pieza muy útil para su escuadra.
Sin embargo, en el día de ayer vivió una amarga situación, algo que no es muy común de ver en el máximo nivel del béisbol en el planeta y de la que es seguro que no estará para nada feliz de haber sido el protagonista.
Un ponche muy raro… y que duele
Corría la parte alta de la séptima entrada cuando Francisco Mejía era el encargado de abrir la tanda por los Rays de Tampa que en ese momento ganaban por pizarra de 1×0 a los Angelinos de Los Ángeles. Se enfretaba a los envíos del diestro Jimmy Herget, quien había salido a relevar esa entrada.
En conteo de 1-2 tuvo lugar la curiosa circunstancia. Un pitcheo quebrado del serpentinero de los Halos dejó tan confundido al careta quisqueyano que incluso yéndole la bola hacia su humanidad hizo swing y se poncho, pero hay más. La pelota lo golpeó fuertemente en la pierna izquierda y lo dejó dolorido. Sí, dolorido y ponchado. Algo dificilísimo de ver, y que seguramente quedará en su memoria por un buen rato y no de manera grata.
La buena noticia para el oriundo de Baní es que los suyos se terminaron llevando la victoria en entradas extras por marcador de 4×2. Al menos, el final no fue tan malo como ese fatídico turno.