Al pensar en la historia de Henry Urrutia que es la historia de tantos en Cuba y más allá, al pensar en su historia mi mente evoca la trama de la monumental novela del argentino Mempo Giardinelli, Santo oficio de la memoria; la identidad, los orígenes, la memoria como producto del largo viaje que es la vida, la memoria que nos hace y moldea hasta arrojar nuestra mejor versión….
Búsquedas y encuentros, la emigración, abandonar viejos sueños por la aventura de lo desconocido, estar a las puertas del éxito, llegar, permanecer un rato allí, combatir la soledad y después, tiempo después volver a empezar de cero.
El comienzo
La carrera de Henry Urrutia en el béisbol ha sido así, desde sus años en las Series Nacionales de Cuba cuando estuvo quemando la liga con los Leñadores de las Tunas, bateando amplio por encima de 300 y no era tomado en cuenta para nada– Urrutia comentaría tiempo después que esa fue una de las causas principales que lo llevaron a abandonar la Isla para buscar llegar a Estados Unidos-
“…Me encanta la competitividad, te obliga a ganar todos los días, a hacer las cosas bien…”- ha reiterado Urrutia en los últimos 8 o 10 años y su vida en este lapsus de tiempo ha sido un reflejo de esta máxima, desde aquel momento, allá por 2012-2013 cuando debutó con los Orioles de Baltimore en Grandes Ligas.
Fueron 92 juegos, en par de campañas bajo la égida del hoy manager de los Mets de Nueva York, Buck Showalter y lució bien, bateó 272 con 1 jonrón y 8 carreras impulsadas, dejando la sensación de poder ir a por más, pero Showalter tal vez pudo haber decidido su destino, cuando lo dejaba sentado frente a lanzadores zurdos, siendo Henry un bateador de nivel contra serpentineros de igual mano; tal como lo contó a Swing Completo y a Diario Libre.
Volver a empezar
Más allá de la especulación y de las suposiciones, Urrutia debió probar suerte en México, en las Ligas de Verano y en invierno, erigiéndose como uno de los mejores bateadores en estos circuitos, pero en la campaña anterior, todo pudo haber terminado en suelo azteca tras un mal comienzo y el tema de la edad haciendo mella, pero no, el cubano tuvo una nueva oportunidad en el mejor certamen del Caribe…la LIDOM.
Y así, cundo todo apuntaba al fracaso, Henry Urrutia renació y con los Gigantes del Cibao tuvo una temporada de ensueño, de esas con final de Hollywood, siendo vital en el título obtenido por la franquicia y llevándose el MVP, gracias a unos números sensacionales, 388 de average, con 19 hits, tres jonrones, 4 dobles y 12 carreras impulsadas.
Fue la mejor antesala para un jugador que ya pensaba en colgar los spikes y ocho meses después, con el peso de la historia a cuestas, el criollo vuelve a la LIDOM con el mismo equipo, dispuesto a aprovechar al máximo otra oportunidad y demostrar que las segundas partes sí pueden ser buenas o mejores como en este caso.
De segundas partes y otras historias
Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas pero esta versión de Henry Urrutia que llega a suelo dominicano es la de un pelotero en modo leyenda, pues en la Liga Mexicana con los Saraperos de Saltillo, el antillano terminó como líder de los bateadores con un astronómico 420, producto de 140 hits en 333 turnos al bate.
Urrutia se convirtió en el segundo jugador con más average en este siglo dentro de la Liga Mexicana de Verano, solo superado por Julio Franco con 437.
De igual modo, el jardinero y también primera base se convirtió en el cubano con más alto average en todos los tiempos, dejando relegado el 385 de Yadir Drake en 2017.
Esta temporada, los Gigantes vuelven a partir entre los favoritos a la corona y junto a Henry Urrutia, otros veteranos como Carlos Peguero y Juan Francisco descollan en una alineación que de seguro dará que hablar para esta campaña.