Catorce años atrás, en 2008, Joe Girardi con un rostro inexpresivo llegaba a los Yankees de Nueva York para tomar las riendas de un equipo que llevaba para ese entonces, ocho años sin ganar.

Sí, los Yankees no ganaban la Serie Mundial desde el 2000, cuando derrotaron a los Mets de Nueva York y a pesar de que perdieron en 2001 y en 2003 ante Diamombacks y Marlins respectivamente; el halo de mala suerte y hasta de maldición comenzaba a rondar alrededor de los Bombarderos del Bronx.

Hablábamos de un equipo con todo para ganar, jugadores estelares, todos estrellas, Derek Jeter, Jaison Giambi, Alex Rodríguez, Bobby Abreu y un joven Robinson Cano que descollaba como estelar.

En el pitcheo basta decir que con dos hombres como Mike Mussina y Roger Clemens, era imposible no pensar en ganar pero después de 2003, si bien los Mulos llegaron a Play Off, siempre quedaban eliminados.

La entrada

El mítico Joe Torre había perdido la brújula y necesitaba un cambio, entonces entró Girardi, ya un conocido de la afición por su época de receptor en la Gran Manzana.

Llegó Girardi a sustituir al legendario Joe, y llegó así con un rostro inexpresivo, algo parco en el decir y entonces la afición empezó a dudar, a criticar pues en teoría no era nadie, pocos lo recordaban como jugador, nada se sabía, no había algo interesante que justificara su puesto.

Desde su época como receptor allá con los Cachorros de Chicago y los Yankees de Nueva York, Girardi había sido uno más y punto.

La revolución

De pronto todo comenzó a cambiar, se hicieron movimientos interesantes y llegaron hombres como Mark Texeira, CC Sabathia y AJ Burnett, todos de un modo u otro pedidos por Girardi.

Con el apoyo de Jorge Posada en el vestuario, Girardi fue acoplando el equipo a su medida y para 2009 las cosas eran diferentes y aquel discurso despedida de Derek Jeter en el viejo Yankee Stadium pareció marcar el camino.

Si los Yankees comenzaron perdiendo ante los Indios de Cleveland en el nuevo estadio, quizás fue una premonición pero no, en octubre Joe Girardi tenía al equipo otra vez en Serie Mundial.

Y los Yankees ganaron 4-2 a los Philies y se hicieron con el anillo 27 y la crisis se solucionó por un hombre que no era nadie y de pronto fue como dios.

El presente… Otra historia

Hoy, la historia con los Philies de Philadelphia adquiere matices similares a aquella de 2008 con los Yankees y Joe Girardi es otra vez el referente.

Desde 2011 los Philies no van a una postemporada, cuando en aquel año cayeron ante los Cardenales de San Luis en la Serie Divisional 3-2.

Un partido de 1-0, un duelo entre las leyendas Chris Carpenter y Roy Halladay, puso fin a cuatro años de gloria para los Philies, que en 2008 habían ganado la Serie Mundial.

Girardi ancló  en Philadelphia con la misión de cambiar  el panorama otra vez y hoy, tres años después, las piezas se van ajustando en función de lograr al menos y en primera instancia el regreso a postemporada.

Si hoy no están Ryan Howard, Chase Utley, Shane Victorino, Jimmy Rollins, Brad Lidge, Roy Halladay, Cole Hamels y compañía, si hay un buen núcleo de jugadores de muy buenos jugadores, capaces de hacer soñar otra vez a la afición.

Girardi ha logrado engranar de a poco al equipo actual y ya hasta se puede hablar de team work; Bryce Harper, Rhys Hoskins, JT Realmuto, Alec Bhom, Jean Segura y los recién incorporados, Nick Castellanos y Kyle Schwarber, conforman una nómina de lujo.

Además que en pitcheo han reforzado un endeble bullpen con hombres como Jeurys Familia.

Familia se unirá a lanzadores como José Alvarado, así como a un buen cuerpo de abridores; Aaron Nola, Zack Wheeler,Brad Hand y Corey Knebel.

Girardi vuelve a tener elementos de sobra para resolver la situación y pensar incluso en estar otra vez en el Clásico de Otoño.

De un día ser un simple receptor que nada más hacía prácticas con los lanzadores, hoy es un hombre de prestigio que sigue construyendo un hermoso camino.