A los Phillies les importa poco lo que digan de ellos. Están acostumbrados a ser los segundones, los que nadie da como favoritos. Ellos salen a ganar. Esta vez la barita mágica fue el bate de JT Realmuto, quien la sacó en el décimo inning para guiar la victoria 6-5 de su equipo sobre los Astros de Houston y poner la Serie Mundial 1-0 a favor de Filadelfia.
No fue fácil vencer a los siderales. Justin Verlander en la lomita, en el Minute Mate Park y con 42 mil 903 personas pujando por la victoria. Pero los Phillies esto es lo que han hecho en toda la postemporada, matar gigantes.
La Serie Mundial está 1-0 a favor de los cuáqueros. ¡Quién iba a creerlo!
Para poder vencer a los siderales, los visitantes necesitaron batallar durante 4 horas y 34 minutos. Luis García (1-1), quien cometió el error de dejarle un pelota en la zona de poder al receptor de los cuáqueros, no pudo esta vez contener a su adversario. Cometió un error en la instancia final y se lo cobraron. ¡Ah, el beisbol!
Realmuto, héroe por partida doble, fue quien dio el batazo en el quinto inning para empatar el juego a cinco.
“Es increíble. Estoy tan agradecido por esta oportunidad”, dijo Realmuto en el campo después del partido.
“Doy gracias a Dios por poder venir aquí y jugar este maravilloso juego. No puedo decir lo suficiente sobre mis compañeros de equipo esta noche. El bullpen fue increíble. La forma en que luchamos en ese juego después de estar abajo 5-0, relamente es un verdadero triunfo de los Phillies”.
En el cierre del décimo, los anfitriones montaron una intentona frente a Dave Robertson, pero el veterano con sus curvas y su cambio de ritmo cada vez que soltaba el cutter consiguió su primer salvado en esta Serie Mundial.
La victoria se le apunta a Seranthony Domínguez (2-0), quien durante 1.2 entradas mantuvo en silencio a los obuses texanos.
Los dueños de casa anotaron primero. Se veían grandes con cinco carreras arriba al terminar el tercer episodio y su as en la lomita. Verlander había retirado a los primeros 10 bateadores que enfrentó, cuando de repente todo cambió.
“Sencillamente dejé de ejecutar los pitcheos como debía”, declaró Verlander en la rueda de prensa después del juego.
“No pude sacar a los bateadores con los pitcheos que yo quería. Hay que darle mucho crédito a ellos como lineup. Cuando yo hice los lanzamiento correctos fueron capaces de chocar la pelota y ponerla en movimiento“.
Verlander recibió un castigo grande en esos dos innings siguientes. Se fue del juego sin decisión y no ha podido ganar todavía un juego de Serie Mundial. Quizá haberlo dejado un bateador más, o dos, fue una decisión desacertada de Dusty Baker.
“Cuando estás comenzando y tienes a un pitcher como Justin, simplemente no quieres comenzar a usar tu bullpen tan temprano en el juego”, fueron las palabras del estratega de los Astros al interrogarle sobre porqué dejó al abridor en el morrito despues del doble a Brandon Marsh.
Los cuáqueros no solo fueron bate o y pitcheo. Cuando necesitaron la gran atrapada la hacieron. El juego pudo haberse terminado en la parte baja del noveno, cuando corría José Altuve en la intermedia y Yulieski Gurriel dio un batazo corto al jardín derecho. Nick Castellanos corrió hacia adelante y la capturó de cordón de zapato. Esa jugada prolongó el juego a entradas extras.
Los Phillies, quienes finalizaron la campaña regular como el sexto equipo mejor sembrado de la Liga Nacional, ha dejado a todo el mundo en el camino. Con esta victoria se convierten en el primer equipo en los últimos 20 años en recuperarse de un juego 5-0 y ganarlo en una Serie Mundial.
Aún hay más. Si, queda juego todavía, pero ahora la estadística está con los ganadores.
En todas las series de postemporada al mejor de siete, los equipos que ganaron el Juego 1 han ganado 121 de 187 veces (65 por ciento). En serie con el formato actual 2-3-2, los equipos que tomaron una ventaja de 1-0 como visitantes ganaron 39 de 69 veces (57 por ciento), incluida la victoria del Juego 1 de los Filis sobre los Padres en la SCLN.
Esto apenas comienza, es cierto, pero es que los Phillies parecen haber conseguido la fórmula mágica para dejar tirado en el terreno a todo el mundo.