El manager Carlos Mendoza abordará el tema con la estrella de 765 millones de dólares, mientras los Mets buscan mantener la disciplina en plena lucha por la postemporada.

Por qué el Green Monster se convirtió en el centro de una controversia

En una noche fría en Boston, con vientos de 15 millas por hora soplando desde el jardín izquierdo, Juan Soto conectó una línea a 102 mph que parecía destinada a abandonar Fenway Park. Sin embargo, la pelota chocó contra el imponente “Green Monster”, la icónica pared de 37 pies de altura, y terminó como un simple sencillo. El problema no fue el resultado de la jugada, sino la actitud de Soto: se quedó observando la trayectoria del batazo sin correr de inmediato.

El manager de los Mets, Carlos Mendoza, no esquivó el tema tras la derrota 3-1 ante los Medias Rojas. “Pensó que la había sacado”, declaró. “Pero con el viento y esta clase de parque, especialmente con esa pared, hay que salir corriendo del cajón. Vamos a hablarlo con él”.

La escena se volvió aún más crítica porque Soto, tras el sencillo, robó la segunda base, pero terminó varado en tercera. Para muchos analistas y fanáticos, la falta de urgencia en la jugada inicial pudo haber sido la diferencia en un partido cerrado.


¿Está Juan Soto relajando su esfuerzo?

La jugada en Fenway no fue un caso aislado. La noche anterior, en el Yankee Stadium, también se le criticó por no correr con intensidad en una roleta. Aunque Soto negó rotundamente estar bajando el ritmo, la narrativa empieza a ganar tracción. “Creo que he estado corriendo bastante fuerte”, respondió el dominicano. “Si miras hoy, puedes notarlo”.

El contexto hace que la situación tenga aún más peso: Soto firmó en el pasado el contrato más alto en la historia del béisbol, un acuerdo de $765 millones de dólares. Esa cifra no solo representa una expectativa de producción, sino también de ejemplo dentro y fuera del terreno.


Un punto de inflexión en la temporada de los Mets

Con récord de 29-19, los Mets se mantienen como contendientes serios en la Liga Nacional, pero los detalles pueden marcar la diferencia en la búsqueda de un lugar en octubre. Mendoza, conocido por su estilo comunicativo, evitó dramatismos, pero fue claro: hablará con Soto. La situación requiere un balance entre proteger a una estrella y preservar la cultura del esfuerzo colectivo.

La anécdota de Pete Alonso en la misma noche, siendo puesto out al intentar extender un batazo similar al de Soto, revela lo impredecible que puede ser jugar en Fenway Park. Pero también sirve como contraste: mientras unos se arriesgan demasiado, otros confían de más.


Más allá de la polémica: el peso de la imagen pública

La controversia llega en un momento en el que la relación de los jugadores con la afición y los medios está en constante escrutinio. El mínimo gesto puede ser interpretado como una falta de compromiso, especialmente en una ciudad exigente como Nueva York. Soto, pese a su talento descomunal, tendrá que lidiar ahora con un nuevo frente: demostrar que su entrega está a la altura de sus cifras millonarias.

No será el primero ni el último jugador en ser cuestionado por una jugada. Pero sí está en una etapa clave de su carrera donde cada detalle cuenta.

¿Lección puntual o síntoma preocupante?

Este episodio podría ser solo un punto menor en la temporada o una señal de algo más profundo. Dependerá de cómo Soto responda dentro del campo, y de cómo los Mets manejen el mensaje puertas adentro. Por ahora, Carlos Mendoza ha dejado claro que lo hablarán como equipo. La pelota, literalmente y simbólicamente, está ahora en el campo de Soto.