El cerrador Kenley Jansen está viviendo su primera experiencia profesional fuera de los Dodgers de Los Ángeles en esta temporada 2022. Después de pasar 12 años en el cuadro californiano, se encuentra experimentando lo que se siente lanzar con el uniforme de otra novena.

Su nuevo hogar son los Bravos de Atlanta, equipo al que está representando en una campaña en la que les toca realizar la defensa del título obtenido en el ciclo pasado. Hasta ahora, su rendimiento ha sido dubitativo con 2 juegos salvados en 4 salidas y una alta efectividad de 6.75 puntos.

No obstante, lo más curioso que le ha ocurrido en el año no es precisamente en materia de números y estadísticas, sino lo que aconteció el día antes de ayer, cuando se disponía a darle fin al juego entre sus Braves y los Padres de San Diego, el cual ganaban los suyos por pizarra de 5×2.

Tremenda discusión

Como de costumbre, Jansen salió del bullpen hasta la lomita para darle cobertura a la última entrada ofensiva de los Frailes. Allí se dispuso a calentar cuando de repente algo le pareció extraño. El umpire principal se paró delante del catcher venezolano Manny Piña impidiéndole lanzar hacia la goma.

Kenley intentó decirle que se moviera, pero al ver que esto no surtía efecto inició una conversación cada vez más acalorada con él que rápidamente se transformó en discusión y en la que tuvieron que intervenir rápidamente el propio receptor Piña y el mánager Brian Snitker.

¿Qué fue lo que ocurrió?

Resulta que el tiempo entre episodios se había terminado y por eso, el árbitro le cerró el camino hacia el home a Jansen para que no continuara su preparación, a pesar de que apenas este había realizado solo 3 envíos.

A su vez, el taponero se molestó porque hizo énfasis en que sus movimientos precompetitivos iniciaron tarde porque primer le estuvieron checando el guante para ver si no estaba usando sustancias prohibidas que mejoraran el agarre de la bola.

Todo esto lo explicó el receptor de los Bravos en una entrevista a pie de campo al finalizar el encuentro en el que por cierto, el pitcher curazoleño solo necesitó 11 lanzamientos para ponerle fin a la historia.

Todo un papelón el que se vivió en San Diego y algo en lo que tendrá que trabajar la MLB para que no vuelva a repetirse.