Your browser doesn’t support HTML5 audio
El equipo de mayor nómina en las Grandes Ligas sufrió una humillante derrota 11-1 ante los Atléticos de Oakland. La frustración de los fanáticos, el pobre rendimiento de sus figuras y la inesperada explosión de un novato encendieron el debate: ¿qué está fallando en los Dodgers?
Lo que se anunciaba como un simple regreso a casa terminó siendo un desastre de proporciones épicas para los Los Angeles Dodgers, que fueron arrollados por unos Atléticos de Oakland en reconstrucción, con marcador de 11-1, en el inicio de una serie de tres partidos en el Dodger Stadium. Para muchos fanáticos, no fue solo una derrota, sino un verdadero llamado de atención.
La imagen de Freddie Freeman, uno de los pilares del equipo, lanzando la pelota con frustración por encima de la red tras fallar en una jugada, encapsuló el sentimiento colectivo de incredulidad. Ni el imponente Shohei Ohtani, ni la sólida marca de local (15-4 antes del juego), ni el millonario presupuesto de la franquicia (el más alto de la MLB), pudieron evitar el papelón.
Jacob Wilson, la joya inesperada
El protagonista de la noche no vestía de azul. Jacob Wilson, novato de 23 años y oriundo de Los Ángeles, jugó como si estuviera en el patio de su casa. Se fue de 4-5 con dos cuadrangulares, elevando su promedio de bateo a .363 y acumulando ya 58 imparables en lo que va de campaña. Su explosión ofensiva dejó atónitos a los aficionados, que vieron cómo un joven sin experiencia aplastó a una rotación plagada de nombres rutilantes.
Wilson, más que una promesa, se está consolidando como una realidad, y su actuación fue la chispa que encendió las redes sociales. FOX Sports MLB no tardó en publicar el marcador: “The A’s blow out the Dodgers 11-1 in LA!”. Pero eso fue solo el comienzo del aluvión de críticas.
Indignación y memes: la reacción de los fanáticos
La respuesta de los aficionados fue inmediata y feroz. “Ain’t no way the @Dodgers got whipped by the Athletics?! Not with that payroll! Come on now!”, escribió el usuario Allen Jenerette, mientras otros cuestionaban la presencia y el rendimiento de Ohtani, quien sigue en una mini crisis ofensiva.
La frustración no era para menos. El abridor Landon Knack fue bombardeado con siete hits y cinco carreras en menos de cinco entradas, y la situación se tornó tan desesperante que Miguel Rojas, un utility del cuadro, terminó lanzando el noveno episodio. Rojas permitió jonrones consecutivos y protagonizó una de las escenas más surrealistas del encuentro: un lanzamiento de 39 millas por hora que fue bateado con facilidad, provocando carcajadas y lamentos.
Un desequilibrio alarmante
Lo más preocupante para los Dodgers no fue solo la diferencia en el marcador, sino la falta de reacción. Más allá del esfuerzo de Will Smith y Michael Conforto, que se combinaron para seis hits, el resto del lineup apenas conectó dos imparables. Ohtani se fue en blanco y su rendimiento reciente ha generado dudas.
Este tipo de derrota, especialmente ante un equipo como Oakland, que atraviesa un proceso de reconstrucción, resalta problemas estructurales que no se solucionan con talento individual ni con cheques millonarios. Mientras San Diego acecha a medio juego en la División Oeste de la Liga Nacional, el margen de error para los Dodgers se achica.
¿Crisis o simple tropezón?
El béisbol es un deporte de rachas, y nadie duda del talento y profundidad del plantel angelino. Pero cuando se combinan un resultado humillante, un rendimiento colectivo pobre y un rival teóricamente débil, las alarmas se encienden.
Este revés también alimenta la narrativa de que los Dodgers, pese a su dominio en temporada regular, aún tienen cuentas pendientes cuando se trata de consistencia y contundencia frente a rivales menores. En octubre no hay margen para noches como esta.
¿Qué viene ahora?
Los próximos partidos serán clave. La presión de los medios, los cuestionamientos a Dave Roberts, la sequía de Ohtani y la tensión de un calendario apretado pueden convertirse en una bola de nieve difícil de detener si no se endereza el rumbo pronto.
El béisbol da segundas oportunidades, y los Dodgers tendrán la suya para reivindicarse. Pero si algo dejó claro la noche del 13 de mayo es que el talento sin ejecución no gana juegos y que, incluso los gigantes, pueden ser humillados si subestiman a sus rivales.
Por qué importa:
Esta derrota no es solo un tropiezo. Es un espejo que refleja los riesgos de depender del brillo de las estrellas sin respaldo colectivo. Si los Dodgers quieren cumplir las expectativas y no quedar en ridículo en octubre, necesitarán más que nómina: necesitarán carácter.