Cuando los Yankees de Nueva York pagaron 5.1 millones de dólares por la firma de Jasson Domínguez, fue porque vieron en él características verdaderamente sorprendentes para un joven de su edad, más allá de su impresionante envergadura física.

Sin embargo, lejos de hacer honor a su apodo, el chico dominicano todavía tiene mucho que corregir para llegar a ser catalogado como un fenómeno total de este deporte. Aun así, hay tiempo de sobra.

Los defectos del Marciano

En su primer año en la categoría Low-A, al ya muy popular Marciano no le fue mal. Bateó de forma decente para registrar una línea ofensiva de .258/.346/.398, con 48 imparables en 186 turnos. Pegó 5 jonrones, 9 dobles y 1 triple, además de remolcar 18 carreras y anotar otras 26.

No obstante, es llamativa su tasa de ponches de 31% (67 veces se fue por la vía rápida) y su baja tasa de boletos ubicada en 10% (solo recibió 21 bases por bolas), lo que indica que debe mejorar su disciplina en el plato y la selección de los pitcheos que intenta conectar con el madero.

Los Yankees confían en él

A pesar de lo descrito, Domínguez sigue contando con la aprobación total de los Mulos del Bronx. El coordinador de bateo de la organización, Joe Migliaccio, dijo lo siguiente sobre su caso: “Todas las herramientas están ahí, solo necesita turnos al bate”.

Lo que más tiene impresionados a sus entrenadores, es la potencia de sus batazos. En los entrenamientos primaverales conectó un cuadrangular a 114 MPH y también un sencillo a 112. La velocidad de salida para un pelotero de Grandes Ligas es de 110 MPH.

Lo que puede hacer con apenas 19 años Jasson Domínguez es muy bueno para su condición de novato. Por otra parte, esa fornida complexión que le confieren sus 86 kilogramos de peso con solo 1.78 metros de estatura, hacen creer a Migliaccio que estamos ante un prodigio del béisbol:

“Comenzará a aplicar ajustes en el juego más rápido para aprender a adaptarse a los cambios de tono. Cuando todo se junte, no perseguirá pitcheos fuera del plato. Él no va a perseguir, te va a obligar a hacer un lanzamiento por encima del plato. Y cuando lo hagas, simplemente no recuperarás esa pelota de béisbol”. Sentenció el instructor.