Esta es la historia del único turno al bate de una carrera en las Grandes Ligas que se resume en un sencillo al jardín derecho, un hito en esa carrera que es tan importante hoy para su protagonista, Matt Tupman, como intrascendente para el único juego que jugó.
La historia de cómo comenzó la carrera de Matt Tupman. Una de un único turno al bate, ha sido contada varias veces. Cuatro años de béisbol en la secundaria Concord High. Tres años de pelota universitaria en Plymouth State y UMass Lowell. Nueve años de pelota profesional en las organizaciones de los Reales y los D-backs, y un turno al bate en Las Mayores.
El hecho (conectar ese único hit) no es irrisorio, de hecho es loable. Son muchos más los que en su vida jamás llegan a pararse en home en un estadio de Grandes Ligas. Ese turno al bate fue una bendición. Llegar y pararse en la primera base en el Dolphin Stadium esa noche de mayo de 2008. Provenir de raíces humildes y ascender a ese escenario es especial.
No ganó millones de dólares jugando profesionalmente. No fue un jersey que se pidiera en las tiendas para vestir el dorsal de tu jugador favorito, pero fue una experiencia especial, y que si alguien opta por menospreciar le contamos que casi no sucede.
Los Reales seleccionaron a Tupman en la novena ronda en 2002. Sus aspiraciones no eran demasiado ambiciosas, no pretendía que resultara en un All Star, pero podría triunfar como suplente en las Grandes Ligas. No bateó de poder, pero se embasó a buen ritmo (incluyendo un OBP de .425 en el nivel Doble-A en 2006) en un momento en que esa habilidad se valoraba cada vez más. Fue clasificado por Baseball America como el mejor receptor defensivo de la organización durante varios años. Un futuro que no pintaba gris. Pero el cielo, no se despejó nunca del todo.
Tupman no obtuvo ni siquiera una llamada en septiembre a Kansas City de Triple-A en 2006 o 2007. E incluso cuando ocupó el lugar vacante de un Miguel Olivo suspendido a principios de 2008, el manager Trey Hillman no le dio una oportunidad en los cuatro días que estuvo en el roster. Tupman entiende que tuvo mucho que ver con su actitud.
“Todo se redujo a popularidad. Tenía mala actitud. Me desboqué un par de veces, probablemente cuando no debería haberlo hecho… Yo era un jugador ardiente. Y creo que fue mi incapacidad para mantener la boca cerrada lo que jugó en mi contra. Creo que simplemente no les caí bien”.
Tupman un mes después de iniciada la temporada 2008 fue convocado nuevamente, la esposa de John Buck dio a luz a mellizos prematuramente. Y de nuevo, estuvo banquillo. Pero el 18 de mayo, en Miami, con los Reales ganando 9-3 en el noveno, Olivo y el jardinero José Guillén, quien había jugado con Tupman en la pelota invernal, pusieron en marcha un plan, el cual el mismo Matt Tupman narró:
“Olivo fingió que estaba deshidratado. Y Josey, siendo un líder en el equipo, se acercó a Hillman y le dijo: ‘Tienes que darle al chico un turno al bate’. Mi relación con Josey me dio una oportunidad”.
Enfrentándose al taponero de los Marlins, Kevin Gregg, Tupman consiguió un splitter colgado en un lanzamiento con cuenta de 1-0 y conectó una línea hacia el jardín derecho.
Él conservó la pelota y el DVD. Y así nació esta historia que contar.
Después de su hit, los Reales lo dejaron hacer donde vio a Jon Lester lanzar un no-hit a sus compañeros de equipo en Fenway Park el 19 de mayo. Luego ya no estuvo en la lista.
La temporada siguiente, Tupman pidió y recibió su liberación a mitad de temporada después de una discusión en la casa club en la que había enojado al gerente Mike Jirschele. Los D-backs lo eligieron y estuvo con ellos el resto del año. Pero Tupman, siendo agente libre, dio positivo por uso de marihuana mientras jugaba béisbol invernal en la República Dominicana, la suspensión de 50 juegos que le siguió terminó con su carrera en el béisbol organizado.
“Es duro de tragar, cuando sabes que fuiste lo suficientemente bueno para jugar y no resultó por las decisiones que tomaste”.
Así expresó su frustración Tupman. Nueve años de pelota profesional. Un turno al bate.
Terminó convirtiéndose en entrenador personal. Todo lo que queda de su carrera en el béisbol son un par artículos sobre la historia de ese turno al bate, que existe gracias a la complicidad de los dominicanos Miguel Olivo y José Guillén.