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El caso de Eloy Jiménez ha puesto en el foco una realidad a menudo desapercibida en el mundo del béisbol profesional: las fortunas que algunos peloteros dominicanos han dejado de ganar debido a decisiones contractuales, lesiones y situaciones imprevistas. Con la reciente noticia de que los Orioles de Baltimore no ejercerán la opción de renovación de Jiménez para 2025, el jardinero dominicano pierde la posibilidad de cobrar US$17.5 millones, y con ello, el beneficio de una segunda opción en 2026, que elevaba la cifra total a US$32 millones. La situación de Jiménez es un ejemplo más de cómo las promesas financieras en el béisbol pueden desvanecerse en un instante.

Con esta decisión, el talentoso pelotero de Villa Francisca queda en libertad, a sus 28 años, y con un historial médico que podría dificultar su próximo contrato. Las probabilidades de que Jiménez recupere esas sumas en el futuro son inciertas, especialmente si se considera el impacto que sus lesiones han tenido en su desempeño.

La salud: un obstáculo costoso

Eloy Jiménez se convirtió en 2019 en el primer dominicano en recibir una extensión contractual antes de debutar en las Grandes Ligas, asegurando US$43 millones por seis años, además de una opción de US$35 millones adicionales. Aunque su primera temporada dejó buenos resultados con 31 cuadrangulares y 79 carreras impulsadas, las continuas lesiones limitaron sus siguientes campañas, lo cual afectó drásticamente su valor en el campo y redujo sus posibilidades de recibir bonificaciones adicionales.

El récord de Jiménez en cuanto a lesiones es abrumador: fue colocado en la lista de lesionados en ocho ocasiones y tuvo otros tantos episodios “día a día”. Sus problemas físicos afectaron su tobillo, pierna, pie, codo derecho, cuello, torso izquierdo y pierna izquierda, siendo su lesión en el pectoral la que más impacto tuvo en su carrera. Desde su debut en 2019, Jiménez solo ha estado disponible para jugar en un 58% de los partidos programados, lo cual limita no solo su consistencia, sino también la capacidad del equipo para apostar por él en el largo plazo.

Comparaciones: otros casos millonarios

El monto que Jiménez dejó de recibir es el segundo más alto en pérdidas de opciones para un jugador dominicano, solo superado por los US$34.5 millones que Carlos “Tsunami” Martínez perdió al no cumplir con los términos en su acuerdo con los Cardenales de San Luis entre 2012 y 2021. La historia de Martínez sirve de advertencia sobre los riesgos inherentes en contratos multimillonarios que, aunque inicialmente prometen asegurar la estabilidad económica de los jugadores, también requieren de un rendimiento sostenido y, sobre todo, de una buena salud.

Casos como el de Hanley Ramírez también son ilustrativos. En 2018, Ramírez dejó de cobrar US$22 millones después de que los Medias Rojas de Boston lo liberaran, evitando así la activación automática de la opción que requería cumplir un mínimo de apariciones en el plato.

Estos ejemplos resaltan cómo las grandes sumas de dinero, aunque parezcan aseguradas, dependen de múltiples factores y no siempre se concretan en beneficios tangibles para los jugadores.

Contratos y expectativas: la cara y cruz de las opciones

Mientras que Jiménez perdió una fortuna al no activarse su opción, Marcell Ozuna representa la cara opuesta de la moneda. Los Bravos de Atlanta decidieron ejercer su opción de US$16 millones para 2025, una cifra ligeramente inferior a los US$20 millones que percibió en 2024, pero que aún representa una excelente retribución para un jugador que ha mostrado constancia en su rendimiento. Con 39 cuadrangulares y 104 carreras impulsadas en su última temporada, Ozuna logró el tipo de desempeño que los equipos buscan al ofrecer opciones renovables: motivación adicional para alcanzar resultados excepcionales y justificarse como una inversión rentable.

La realidad de los contratos “seguros”

En la actualidad, los equipos de la MLB suelen ofrecer contratos iniciales a jugadores jóvenes con promesas de cifras deslumbrantes en el futuro, pero que muchas veces dependen de cláusulas de desempeño o de opciones anuales que los equipos pueden decidir activar o no. De esta forma, se protegen ante el riesgo de una baja de rendimiento o problemas físicos del jugador. Sin embargo, para los peloteros dominicanos, quienes suelen provenir de entornos económicos difíciles, estas promesas de dinero “asegurado” representan no solo la esperanza de una vida económicamente estable, sino también una motivación para dejarlo todo en el campo.

Pero el alto rendimiento exigido en la MLB, las condiciones físicas y las tensiones de una carrera que demanda estar en el mejor estado año tras año son factores que limitan las probabilidades de alcanzar estos beneficios. La experiencia de Eloy Jiménez muestra que, aunque el talento es fundamental para llegar a la cima del béisbol, la salud y el rendimiento sostenido son esenciales para asegurar una carrera económica estable y fructífera.

Las opciones en los contratos de jugadores dominicanos son una espada de doble filo. Representan una oportunidad para el crecimiento financiero de quienes demuestran excelencia y consistencia, pero también pueden dejar millonarias pérdidas para aquellos que, por cuestiones de salud o decisiones de los equipos, no logran cumplir con las expectativas pactadas. La situación de Jiménez, Martínez, Ramírez y Ozuna subraya cómo, en el mundo del béisbol, la fortuna no siempre está asegurada y cada partido cuenta como una oportunidad para justificar su valor en el diamante.

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