Todo aquel que vio jugar a Pete Rose se enamoraba del beisbol. Era tal su empuje, su pasión, su entrega que nadie quedaba indiferente. Lo apodaban “Charlie Hustle” porque era una “joseador”. Jugó 24 temporadas en el MLB (1963-1986). Fue “Novato del Año”, Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 1973, estuvo en 17 Juegos de las Estrellas… y podríamos seguir contando.
Rose se retiró de la pelota con cuatro mil 256 hits conectados de por vida. Nadie ha conectado más hits ni jugado más juegos de por vida que él. Para mucho fue el amo del bateo en su época. Era un candidato seguro, primer año, para ser electo al Salón de la Fama. En sus tres últimos años como pelotero fue también mánager. Uno de los pocos mánager-jugador de la época contemporánea.
Pero cometió un pecado mortal en el beisbol: apostó. Pero no es que apostó en el baloncesto o en fútbol americano, no. Apostó en el beisbol, tanto en su época de pelotero activo como en su época de dirigente. Por eso lo apartaron para siempre del juego. Barlett Giamati lo suspendió de toda actividad relacionado con el beisbol en 1989 por esta razón.
Ahora, a los 81 años de edad, cuando ve que la llama se extingue, “Charlie Hustle” le escribe una carta a Rob Manfred pidiendo perdón. Y admite que sí apostó, y acepta que mintió en múltiples ocasiones al decir que no lo había hecho.
“He pedido perdón muchas veces, tanto por apostar en el beisbol cuando era mánager de los Rojos de Cincinnati, como por no admitir que mentí al decir que nunca lo hice”. Así encabeza la misiva enviada al Comisionado.
“Le escribo esta carta hoy por tres razones”, prosigue. “Porque quiero estar seguro de que usted entienda lo que para un hombre de mi edad significa decir ‘lo siento’; segundo, para implorar su perdón y tercero, porque pienso cada día de mi vida lo que significa para mí ser considerado como candidato para entrar al Salón de la Fama”.
La carta es una pelgaria final, un ruego, un último recurso. El hombre con más hits conectados en la historia (4.256), más juegos jugados (3.562), más apariciones legales (15.890) y más veces al bate (14.053), amén de ser el segundo en más dobles (746) en la historia, nunca pudo ni podrá ser siquiera tomado en cuenta para estar en Cooperstown gracias a la prohibición de Giamatti, en aquel entonces comisionado del beisbol.
Jamás,a lo largo de la historia, se le ha perdonado a un pelotero apostar en el beisbol. Rose hasta vendió los juegos. Y ahora lo reconoce, aunque durante muchas ocasiones se le dio la oportunidad de reconocerlo es ahora cuando lo admite y, con el sol a sus espaldas, intenta desesperadamente obtener la compasión de Manfred.
La misiva termina diciendo: “Yo creo en la responsabilidad. Tengo 81 años y sé que me han hecho responsable y que me hago responsable. Escribo ahora para pedir otra oportunidad”. ¿Se la darán?
Quizá sea tiempo ya de obtener misericordia.