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El béisbol tiene una regla no escrita: no siempre lo más brillante es lo mejor. En el caso de los Dodgers, ese principio parece resonar mientras se enfrenta a la tentadora posibilidad de contratar a Juan Soto, una de las estrellas más llamativas y talentosas del béisbol. Sin embargo, este equipo, que acaba de coronarse campeón de la Serie Mundial, debería resistir esa tentación y centrarse en lo que realmente importa: preservar la química y la cohesión que los llevó al éxito.

La atracción de Soto: talento incuestionable, pero un ajuste complicado

No hay dudas sobre las credenciales de Juan Soto. A sus 26 años, es una superestrella en pleno apogeo, capaz de transformar cualquier alineación. Su impresionante OPS en la Serie Mundial contra los Dodgers dejó claro su valor. Entonces, ¿por qué no aprovechar esta oportunidad?

Porque el costo no solo es económico, sino también cultural. Soto necesitaría un contrato astronómico, probablemente cercano a los 50 millones de dólares anuales, lo que lo convertiría en el mejor jugador pagado del equipo. En un vestuario liderado por figuras como Shohei Ohtani, Mookie Betts y Freddie Freeman, un fichaje de ese calibre podría desestabilizar el delicado equilibrio de liderazgo.

Más allá de su rendimiento en el campo, Soto trae consigo una presencia magnética que, aunque es excelente para el espectáculo, podría chocar con la cultura de los Dodgers, basada en el profesionalismo, la generosidad y el sacrificio colectivo.

Aprender del pasado: el caso de los Lakers y Russell Westbrook

El ejemplo más cercano de un error similar está en la NBA. Los Lakers, tras ganar el título en 2020, desmantelaron su núcleo para incorporar a Russell Westbrook, un movimiento que resultó desastroso. Este tipo de “remodelaciones” a menudo ignoran la importancia de la química y el espíritu de equipo, elementos esenciales para el éxito a largo plazo.

Los Dodgers deben evitar ese camino. Andrew Friedman, el arquitecto de esta plantilla campeona, tiene en sus manos la responsabilidad de preservar lo que hizo especial a este equipo.

Reforzar la base: las prioridades reales de los Dodgers

En lugar de perseguir el brillo de una nueva superestrella, los Dodgers deben enfocarse en mantener una pieza clave de su equipo campeón:

  • Teoscar Hernández: Su impacto fue innegable, no solo por los números, sino por su capacidad para responder en los momentos críticos.
  • Walker Buehler: A pesar de sus lesiones, su efectividad en la postemporada lo convierte en un jugador esencial para cualquier aspiración de título.
  • Kiké Hernández: Su historial en octubre lo posiciona como uno de los grandes activos para la postemporada.
  • Blake Treinen: Su desempeño en momentos de alta presión lo consolida como una pieza invaluable para el bullpen.

Además, está el caso del mánager Dave Roberts, cuya habilidad para gestionar el vestuario y las complejidades de la postemporada fue fundamental para el campeonato. Asegurar su continuidad debería ser una prioridad máxima.

La química por encima del espectáculo

La grandeza en el deporte no se mide solo por los nombres que conforman una plantilla, sino por la capacidad de esos nombres para funcionar como un equipo. Los Dodgers tienen la oportunidad de construir una dinastía si permanecen fieles a los principios que los llevaron a la cima.

La tentación de Soto es real, pero a veces, la mejor decisión es decir “no”. Es un momento crucial para la franquicia, y todo apunta a que la clave del éxito radica en valorar lo que ya tienen, en lugar de perseguir lo que no necesitan.

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