Roberto Clemente es un símbolo del beisbol latinoamericano. Eso nadie lo pone en duda. Su manera de jugar, su bonohomia lo conectaban con la gente más allá del beisbol. Eso aunado a los números que colocaron dentro del diamante.
De hecho, todos los años se entrega el premio Roberto Clemente a los peloteros que más han trabajado con la comunidad. Ese es, digamos, el principal legado fuera del beisbol de esre oriundo de Carolina.
Albert Pujols también es un símbolo de nuestra pelota. Es un sello dominicano, pero también latinoamericano. Aunque los de Quisqueya se molesten, Pujols nos pertenece a todos los hispanos que amamos con locura el beisbol. Claro, los que vivimos en el S XXI crecimos viendo a “La Máquina” dándonos motivos para amar más y más al Rey de los Deportes.
Surge entonces la pregunta, sobre todo porque este será el último año de Pujols, ¿es el dominicano el mejor pelotero nacido del Río Grande hacia abajo o todavía ese honor lo conserva el “Cometa de Carolina”?
Cuando Clemente murió en aquel trágico accidente del 31 de diciembre de 1972 contaba con 37 años de edad. En ese momento ya acumulaba 17 temporadas. Durante ese tiempo dejó una línea ofensiva de .317/.359/.475. Tiró 3.000 hits, sí tres mil exactos, sacudió 240 jonrones, 440 dobles, 160 triples y remolcó 1305 carreras. No todo queda allí.
Ah, sí, estimado, disculpe que acudamos a los números, pero no tenemos otra medir de medir el rendimiento en el beisbol que por medio de los guarismos. Aclarado. Prosigue el tema. Je je.
El pelotero puertorriqueño fue convocaco a 15 Juegos de Estrellas, ganó 12 Guantes de Oro, ganó dos Series Mundial, un título de MVP y cuatro veces el título de bateo. Se puede seguir mencionando listones y galardones y se podría llenar muchas páginas solo con los logros del boricua.
Pujols no se queda atrás. No hay un latinoamericano, nacido fuera de los Estados Unidos, que haya conseguido limpiamente, sin esteroides ni cuestionamientos, lo de Pujols. Hasta este domingo acumulaba 692 cuadrangulares de acuerdo a Baseball References. Además, suma tres mil 354 hits de por vida, dos mil 187 remolcadas, dos coronas de Series Mundiales, 11 llamados al Juego de Estrellas, y tres premios al Más Valioso.
En números, en renglones, en estadísticas Pujols es el mejor de la historia. Eso es indudable. Ahora ¿es lo mismo se el mejor que el más grande?
Si nos vamos a lo que es la parte humana del juego, eso que se llaman inangibles, un concepto entra dentro de los cualitativos y el otro dentro de los cuantitativo. Pujols es el mejor, pero de lejos, por número, pero digamos que Clemente es el más grande por todo lo que rodea su figura.
Pujols siempre será un símbolo, un referente, un doradon pendón a donde muchos podrán fijar la mirada e ir hasta allá; ahora, Clemente es una leyenda, un “mito”, un héroe de esa galería del Olimpo del Beisbol. Clemente rompió esquemas.
Gracias a Clemente, por lo que hizo y aportó, se abrieron puertas que hoy son avenidas que muchos latinos pueden transitar.
Allí radica la gran diferencia entre uno y otro. Se trata de aquello que no se mide, pero existe, de lo intangible, del imaginario popular.
Ahora le toca usted, querido lector, decidir.