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Mookie Betts, el talentoso jugador de los Dodgers de Los Ángeles, se enfrenta a uno de los mayores desafíos de su carrera: la transición al campo corto. Betts, quien no había jugado regularmente en esta posición desde la escuela secundaria, aceptó el reto propuesto por su equipo esta primavera.

En los últimos meses, Betts ha dedicado horas de entrenamiento y práctica en las paradas cortas, consciente de la exigencia y complejidad de esta posición. A pesar de reconocer la dificultad del desafío, Betts encuentra disfrute en el proceso, aunque admite que es “muy, muy difícil”.

Con 51 juegos completados en la temporada y una ventaja de 8.0 juegos en la División Oeste de la Liga Nacional, Betts comienza a evaluar su desempeño. Aunque ha mostrado una progresión en su comodidad en las paradas cortas, reconoce que los errores, especialmente en los tiros, han sido un problema. Con seis pifias en 339.1 entradas, Betts está comprometido a mejorar su ejecución.

Su autoevaluación es crítica; Betts considera que su desempeño hasta ahora “no ha sido muy bueno“. Sin embargo, ve esta etapa como una obra en progreso y está decidido a mejorar. Reconoce que enfrenta una curva de aprendizaje al experimentar situaciones desafiantes en el campo, pero confía en su capacidad para crecer con la experiencia.

Aunque los Dodgers podrían considerar mover a Betts de regreso a la segunda base en el futuro, actualmente su enfoque está en consolidarse como el campo corto titular del equipo. Betts está determinado a cumplir con las expectativas y seguirá siendo exigente consigo mismo, tal como lo hizo durante su transición previa de la segunda base al jardín derecho con los Medias Rojas de Boston.

En última instancia, Betts se enfrenta a este desafío con determinación y aceptación, consciente de que el tiempo y la perseverancia serán clave para su éxito. Como él mismo lo expresa, “a veces es bueno recibir muchos golpes de frente. Tomarlo con calma y seguir adelante”.

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