Siempre hay personajes en la crónica deportiva que parecen sacados de las tiras cómicas. Sí, así mismo. Y no por su fenotipo o complexión física, sino por las declaraciones que dan sobre temas tan complicados como el dopaje. “Si tú te inyectas esteroides no batearías nunca como Manny Ramírez”, me dijo un día uno de ellos. Mi respuesta fue clara: “A mí no me pagan por jugar pelota”.
Pero es que además, esa premisa utilizada por estos fantoches es pueril y, contimás, peligrosa. Se escudan en el talento del pelotero para excusarlo. “Es que si no tienes talento de nada te sirven los esteroides”, sostienen muchos. ¡Vaya. vaya! O sea, que el talento es lo único que importa, según ellos.
Primero, decir eso denota una ignorancia crasa y supina en el tema de los esteroides; segundo, si avalas la vagabundería de un deportista te conviertes en cómplice de un ilícito; tercero, el talento sin probidad es un azote.
Ojalá que muchos de estos autodenominados ductores de la opinión pública recapaciten luego de ver lo que hizo la ADIDAS con Fernando Tatis. El estelar pelotero de los Padres de San Diego perdió un sponsor importante. O sea, ¿para las grandes empresas este ilícito conlleva una pena y aquí hay quienes dicen que puyarse no importa, porque lo que importa es el talento? Quizá hay algo en estos genios de la palabra que yo me perdí o que muchos no hemos entendido.
Espero no escuchar a alguien decir que lo de la ADIDAS también forma parte de un complot contra los peloteros dominicanos. Esto ya sería el colmo y, además, una falta de respeto.
El doping es un cáncer que debe combatirse. Significa competir ayudándose con sustancias estimulantes, engañar a los patrones, compañeros de equipo y fanáticos. Implica una urdimbre de trampas y trucos para no caer en las pruebas que repugnan tanto como cualquier ilícito o delito común. Nadie puede avalar el doping. Nadie.
Hay jugadores dominicanos muy serios, buenos y trabajadores. También hay quienes han salido positivo y han sabido trabajar con entereza y redimirse. Han sido capaces de reconocer su error, como cualquier ser humano, y con trabajo y voluntad han surgido de nuevo y despegado nuevamente. El caso de Nelson Cruz, de Starling Marte son solo dos ejemplos de lo que digo. Ellos son un claro ejemplo de que todos tenemos y merecemos una segunda oportunidad.
Justificar conductas como la de ciertos jugadores que no quiero nombrar y hasta ensalzarlos hasta el más alto de los puntos cardinales es repugnante. Es decirle a un Pedro Martínez, a un Albert Pujols, a un Vladimir Guerrero, a un Adrián Beltré y a tantos otros, que ellos son unos idiotas porque se mantuvieron limpios. Es faltarle el respeto a estos atletas a quienes nunca se les pudo comprobar nada y tuvieron carreras ejemplares.
Esto no quiere decir que de ahora en adelante hay que tirar al pajón a todos los que salgan positivos. No, en absoluto. El ser humano siempre debe crecerse frente a las adversidades y aprender de los errores. También debe asumir las consecuencias de sus actos. Por consiguiente, es bueno que haga mutis, se retire, reflexione y regresé con nuevos bríos.
Lo que se debe condenar es el acto del doping. Hay que condenarlo siempre. Doparse es malo, es perjudicial para el atleta, para el deporte, para el espectáculo y, además, es ilegal. Punto. No se puede argumentar en contra de eso.
¿Alguien tiene algo más que agregar?
Listo, se acabó el juego.