Aaron Boone tiene que ganar la Serie Mundial este año, eso es un hecho sino no habrá argumentos para que después de cinco años no haya llegado un título y entonces comienza el concierto litúrgico, pues la perspectiva de ver a Boone como un recuerdo y más en el Bronx se impone con fuerza.

Desde que llegó en 2018, muchos pensaron que Boone duraría cuando más dos años, quizás uno, ese mismo de su debut, pero no, Cashman confió y hasta debutó con una temporada de 100 victorias para después en 2019 repitir la centena con 103 específicamente y los Bombarderos quedaban en el camino en la postemporada, dando la impresión de poder ir por más, en particular en 2019.

En la cuerda floja

A pesar de las buenas temporadas, la afición exigente del Bronx le exigía ganar y comenzaron a ponerlo en la picota pues no podían creer que una década después de aquel anillo en 2009, los Yankees no podan ganar otro título.

Pero Boone se ha reinventado una y otra vez y el año pasado en 2021, cuando todo apuntaba a una debacle, el hombre del chicle, el mismo que parece un halcón maltés con esa mirada penetrante que parece atravesar a cualquiera, de a poco fue acomodando su alineación, hizo movimientos importantes en el área de pitcheo, sacó a Néstor Cortes Jr de relevista, lo hizo abridor y ya ven hoy, el cubano está en el Juego de Estrellas.

Las analogías

Al comienzo muchos lo compararon con Girardi, que era peor incluso pero hoy la proyección de Boone, su sobriedad y ese temple espartano como los más icónicos dirigentes, ese sello peculiar que le imprime a todo, incluso cuando lo expulsan del juego, hoy Aaron Boone da la idea de ser una especie de Joe Torre, otro versión del legendario timonel que marcó un hito a finales de los 90 con aquellas cuatro Series Mundiales.

Sí señores, esas 92 victorias del año anterior y el Juego de Comodines ante los Medias Rojas de Boston, fueron la prueba fehaciente de que Aaron Boone ya estaba a otro nivel y en este 2022 así lo ha demostrado.

Y en este punto, cuando todos piensan en cambiar a Joey Gallo, a Aaron Hicks, al propio Aroldis Chapman y sueñan con un brazo como Luis Castillo o un jardinero de nivel como Brayan Reynolds o Andrew Bennitendi; pocos piensan que el mejor activo, la pieza de más valor sea Aaron Boone.

La personalidad

Las perspectivas se encuentran y siempre desde la época de Steinbrenner padre, los directores de los Yankees a pesar de tener todo el protagonismo han estado tras bambalinas; en las derrotas es el gran culpable, en las victorias son los jugadores.

Como sea una verdad se impone y es esa marca de 64-28, un registro histórico, propio de temporadas históricas y el éxito en buena medida pasa por Boone, el hombre que rescató a Matt Carpenter y José Treviño, el mismo que vio más allá del cutter de Clay Holmes y hoy tiene a uno de los mejores cerrador del juego.

El Réquiem por Aaron Boone no es por la despedida sino por el inmenso respeto que se ha ganado y lo mejor de todo es la sensación que se impone de que lo mejor está por llegar y la historia se empieza a escribir ahora.

Y Aaron Boone ya no es el hombre de aquel memorable cuadrangular para definir la Serie de Campeonato de la Liga Americana en 2003, no, casi 20 años después está siendo el elegido para revivir el legado del mejor equipo de béisbol en el mundo… los Bombarderos del Bronx.