Como salida de la pluma de Gabriel García Márquez, esta es una de esas historias de lo real maravilloso y quizás como uno de los Buendía, el protagonista se nos muestre como un simple mortal, un hombre común pero no…

Una sonrisa lo puede definir todo también, pues hay una fuerte carga de optimismo en los matices de una sonrisa y la sonrisa de Santiago Espinal refleja eso, una sonrisa llena de vida, de ganas, de ilusión, desde aquel día, hace unos diez u 12 años atrás cuando llegó a Estados Unidos sin hablar inglés, pero con unas ganas inmensas de triunfar, de abrirse de paso, como tantos otros y entonces otra vez emerge la sonrisa.

Y Santiago Espinal no es un gran jonronero ni por estilo, no, es más bien un bateador de líneas, pero prefiere eso y a la gente le gusta esa combinación de tacto y aceleración de swing, como pocos en el béisbol y los campeonatos colegiales en Florida, a comienzos de la segunda década de este siglo son testigos fidedignos de que Espinal, el joven de 28 años que hoy viste las franelas de los Azulejos de Toronto, siempre fue bateador.

El viaje

Los viajes también han sido importantes en la vida de Santiago Espinal, de Dominicana a Estados Unidos, de Florida a Nueva York, luego otra vez de regreso a Florida y en Orlando, tras recibir su primer chance el viaje a Boston para otra vez hacer las maletas y recalar más allá de las fronteras, en el imponente y majestuoso Toronto.

Espinal pudo ser uno de esos cuya estirpe estaba condenada a cien años de soledad, a repetir los ciclos de búsqueda y encuentro y así en esa rutina mórbida perder ganas e ilusión y quedar como alguien común, pero no, Espinal siempre tuve deseos de triunfar, de romper con esas cadenas y hoy, tres años después de su debut en Grandes Ligas es una realidad palpable.

Realidades

Al momento de escribir este texto, el quisqueyano es segundo en la votación para elegir al segundo base de la Liga Americana rumbo al venidero Juego de Estrellas, justo detrás del estelar José Altuve.

Todos miran a Vladimir Guerrero Jr, a Lourdes Gurriel, a Bo Bichette y a Cavan Biggio por solo citar pero podrían ser más dentro del equipo que dirige Charlie Montoyo; todos con mejor tratamiento mediático que Espinal pero a base de un jugo sólido, de pegarle en la cara a la bola y mantener esa postura de bateador de líneas, de chocador de bolas, le dan un toque peculiar a Espinal, dentro del resto y otra vez esa sonrisa del principio se impone, Espinal llegó algo tarde al juego, con 25 años, pero fue un revulsivo total.

En esa campaña de 2020, hace dos años, cuando Espinal emprendió un nuevo viaje, en Grandes Ligas, en esa temporada acortada a solo 80 partidos, el caribeño ya mostró a lo que venía, unas pinceladas con su hoja de corte de 260/308/33, con 10 carreras anotadas, 26 hits, 4 dobles, 4 bases por bolas y 16 ponches en 60 turnos.

Flashazos

Ya en 2021, con casi 250 comparecencias, Espinal apretó el acelerador al registrar 311/376/405, con 69 hits, 13 dobles, 2 jonrones y 17 carreras impulsadas, todo ello en 92 juegos.

Para este 2022, volviendo al punto, al presente, a la realidad nítida, los astros se alinearon para Santiago Espinal y con las salidas de Marcus Semien, quedaba claro que el hombre en segunda base, el del día a día era Espinal y lo ha sido.

Espinal ha sido un claro referente para la escuadra canadiense a partir de su constancia en el campo, tanto en defensa como en ofensiva y cuando los bates de Lourdes Gurriel y Teoscar Hernández se enfriaron, Espinal sacó la cara y hoy muestra una línea exitosa de 268 de average, con 6 jonrones y 37 carreras impulsadas, además de 3 bases robadas y 723 de OPS.

El viaje ha sido largo, largo y hasta tedioso y Espinal pudo haberse quedado condenado a cien años de soledad pero no, siempre miró hacia adelante, llegó cuando muchos ya renunciaron o piensan hacerlo y está ahí, siendo figura y mostrando su amplia sonrisa…todo valió la pena.