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La Serie del Caribe ha sido históricamente un evento que une a las naciones beisboleras del Caribe en un torneo de alto nivel competitivo. Sin embargo, la edición del 2026, programada para celebrarse en Venezuela, se enfrenta a desafíos que van más allá del diamante. La ruptura diplomática entre República Dominicana y Venezuela, ocurrida en el verano de 2024 tras las controversiales elecciones en el país sudamericano, plantea una incógnita para la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (Lidom): ¿enviar o no una representación a Caracas?
República Dominicana y su papel protagónico en la Serie del Caribe
Durante las últimas dos décadas, la Lidom ha sido la liga más dominante en la Serie del Caribe, atrayendo la atención de la afición y generando grandes expectativas en cada edición. Equipos como los Tigres del Licey, Águilas Cibaeñas y Leones del Escogido han cosechado múltiples títulos, consolidando a la República Dominicana como la gran potencia de la región.
El reciente campeonato obtenido por el Escogido en Mexicali 2025 no solo reafirma esta hegemonía, sino que también aviva la discusión sobre la importancia de que el país defienda su legado en la edición del 2026, sin importar los obstáculos políticos y logísticos que esto conlleve.
Las tensiones diplomáticas y sus implicaciones para la Lidom
El rompimiento de relaciones entre los gobiernos dominicano y venezolano complica el escenario. Sin una embajada dominicana operativa en Caracas desde hace más de seis meses, surge la preocupación de quién garantizará la seguridad de los jugadores, entrenadores y demás personal que forme parte de la delegación quisqueyana.
Además, la situación económica y social de Venezuela sigue siendo un factor de riesgo. Aunque la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPC) y la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) han asegurado que el evento se realizará con normalidad y contará con tres sedes (los estadios Monumental Simón Bolívar, Universitario de Caracas y Macuto), la incertidumbre sigue latente.
¿Debería la Lidom desafiar la postura del gobierno dominicano?
El deporte ha demostrado ser una herramienta poderosa para unir a los pueblos, incluso en medio de crisis políticas. Sin embargo, la Lidom no opera de manera independiente al contexto diplomático del país. Si el gobierno dominicano mantiene su postura de distanciamiento con Venezuela, ¿sería prudente que la Lidom enviara un equipo a competir en Caracas?
Por un lado, está el deber de representar al país en una competencia en la que es favorito y donde los fanáticos esperan ver a su equipo defender el título. Por otro, hay una realidad geopolítica que podría traer consecuencias no solo para la Lidom, sino también para los jugadores y directivos involucrados.
El reto logístico: visados y garantías de seguridad
Uno de los problemas más inmediatos que enfrenta la posible participación de República Dominicana en la Serie del Caribe 2026 es la obtención de visas para jugadores, cuerpo técnico y staff. Con la embajada dominicana cerrada en Venezuela, ¿cómo se gestionará el ingreso del equipo?
A esto se suma la cuestión de la seguridad. La LVBP ha asegurado que los estadios y hoteles contarán con medidas de protección para los equipos visitantes, pero ¿serán suficientes? En un contexto donde la inestabilidad política y social sigue siendo un tema de preocupación, estas garantías podrían no ser del todo convincentes.
El precedente histórico: cuando la política interfirió en el béisbol
No sería la primera vez que un evento deportivo se ve afectado por problemas políticos. En 1985, la Serie del Caribe programada para celebrarse en Venezuela fue cancelada debido a la crisis económica y política del país. Más recientemente, en 2019, la sede del torneo fue trasladada de Caracas a Panamá por razones de seguridad.
Estos antecedentes demuestran que, aunque el béisbol es una pasión que trasciende fronteras, las circunstancias políticas y sociales pueden influir en la realización de estos eventos.
¿Participar o no participar?
La Lidom se encuentra en una encrucijada. No participar en la Serie del Caribe 2026 significaría perder la oportunidad de defender su título y reforzar su dominio en la región. Pero asistir a Caracas sin el respaldo diplomático del gobierno dominicano podría traer riesgos innecesarios.
En los próximos meses, la decisión deberá tomarse con cautela. Si bien el deporte tiene el poder de unir, en este caso, la pelota invernal dominicana tendrá que evaluar si la pasión por el béisbol justifica asumir un desafío que podría trascender el terreno de juego.